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Una SubvenciГіn De Armas
Morgan Rice


El Anillo del Hechicero #8
En UNA SUBVENCIÓN DE ARMAS – A GRANT OF ARMS (Libro #8 de El Anillo del Hechicero), Thor está atrapado entre fuerzas inmensas del bien y del mal, mientras Andrónico y Rafi usan toda su magia negra para intentar aplastar la identidad de Thor y tomar el control de su alma. Bajo su hechizo, Thor tendrá que combatir en la mayor pelea que haya conocido, mientras lucha por deshacerse de su padre y liberarse de sus cadenas. Pero puede ser demasiado tarde. Gwendolyn, con Alistair, Steffen y Aberthol, incursionan en lo más profundo de El Mundo de las Tinieblas, en su búsqueda para encontrar a Argon y liberarlo de su trampa mágica. Ella lo ve como la única esperanza para salvar a Thor y salvar al Anillo, pero el Mundo de las Tinieblas es vasto y traicionero y aunque encuentre a Argon, puede ser una causa perdida. Reece conduce a los miembros de la Legión mientras se embarcan en una misión casi imposible para hacer lo que nunca se ha hecho antes: descender a las profundidades del Cañón y encontrar y recuperar la Espada perdida. Mientras descienden, entran en otro mundo, lleno de monstruos y razas exóticas – todos ellos empeñados en mantener la Espada para sus propios fines. Rómulo, armado con su capa mágica, procede con su siniestro plan para cruzar hacia el Anillo y destruir el Escudo. Kendrick, Erec, Bronson y Godfrey luchan para liberarse de su traición. Tirus y Luanda aprenden lo que significa ser traidores y servir a Andrónico. Mycoples lucha por liberarse; y en un giro final, impactante, finalmente se revela el secreto de Alistair. ¿Thor volverá a ser el mismo? ¿Gwendolyn encontrará a Argon? ¿Reece encontrará la Espada? ¿Rómulo tendrá éxito en su plan? ¿Lograrán Kendrick, Erec, Bronson y Godfrey salir vencedores teniendo todo en su contra? ¿Y volverá Mycoples? ¿O el Anillo será destruido total y definitivamente? Con su sofisticada construcción del mundo y caracterización, UNA SUBVENCIÓN DE ARMAS (A GRANT OF ARMS) es un relato épico de amigos y amantes, de rivales y pretendientes, de caballeros y dragones, de intrigas y maquinaciones políticas, de cumplir la mayoría de edad, de corazones rotos, de decepción, ambición y traición. Es una historia de honor y valor, de suerte y destino, de hechicería. Es una fantasía que nos lleva a un mundo que nunca olvidaremos, y que gustará a personas de todas las edades y géneros.





Morgan Rice

UNA SUBVENCIÓN DE ARMAS Libro #8 de El Anillo del Hechicero – The Sorcerer’s Ring




Acerca de Morgan Rice

Morgan Rice es la escritora del bestseller # 1, DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS), una saga que comprende once libros (y siguen llegando); la saga del bestseller #1 TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY), thriller pos apocalГ­ptico que comprende dos libros (y siguen llegando); y la saga de la fantasГ­a Г©pica, el bestseller #1, EL ANILLO DEL HECHICERO, (THE SORCERERВґS RING) que comprende trece libros (y contando).



Los libros de Morgan estГЎn disponibles en audio y ediciГіn impresa y las traducciones de los libros estГЎn disponibles en alemГЎn, francГ©s, italiano, espaГ±ol, portuguГ©s, japonГ©s, chino, sueco, holandГ©s, turco, hГєngaro, checo y eslovaco (prГіximamente en otros idiomas).



A Morgan le encantarГ­a tener comunicaciГіn con usted, asГ­ que visite www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirse a la lista de correo electrГіnico, recibir un libro gratuito, recibir regalos, descargar una aplicaciГіn gratuita, obtener las Гєltimas noticias exclusivas, conectarse a Facebook y Twitter y mantenerse en contacto.



Algunas Opiniones Acerca de Morgan Rice

"Es una fantasía animada que entrelaza elementos de misterio e intriga en su historia. La Senda de los Héroes (A Quest of Heroes) trata acerca de la realización del valor y de darse cuenta del propósito de la vida que conduce al crecimiento, madurez y excelencia…Para aquellos que buscan aventuras de fantasía sustanciosa, los protagonistas, estratagemas y acción proporcionan un vigoroso sistema de encuentros que se centran bien en la evolución de Thor, de ser un muchacho soñador a convertirse en un adulto joven que se enfrenta a posibilidades imposibles para sobrevivir… Es sólo el comienzo de lo que promete ser una serie épica para adultos jóvenes".

Midwest Book Review (D. Donovan, CrГ­tico de eBook)



"EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERERВґS RING) tiene todos los ingredientes para ser un Г©xito inmediato: tramas, conspiraciones, misterio, caballeros aguerridos y relaciones florecientes repletas de corazones rotos, decepciones y traiciones. Lo mantendrГЎ entretenido durante horas y satisfarГЎ a las personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del gГ©nero de fantasГ­a".

–-Books and Movie Reviews, Roberto Mattos



"La entretenida fantasía épica de Rice [EL ANILLO DEL HECHICERO – THE SORCERER’S RING] incluye rasgos clásicos del género – una buena ambientación, grandemente inspirada en la antigua Escocia y su historia, y un buen sentido de la intriga de la corte".

– Kirkus Reviews



"Me encantó cómo Morgan Rice construyó el personaje de Thor y el mundo en que vive. El paisaje y las criaturas que viven ahí, estuvieron muy bien descritos… La disfruté [la trama]. Fue corto y tierno… Tiene la cantidad adecuada de personajes secundarios, así que no me confundí. Contenía aventuras y momentos espeluznantes, pero la acción representada no era demasiado grotesca. El libro sería perfecto para un lector adolescente… Los inicios de algo increíble están ahí…"

--San Francisco Book Review



"En este primer libro lleno de acción de la saga de la fantasía épica de El Anillo del Hechicero – The Sorcerer’s Ring (que actualmente consta de 14 libros), Rice presenta a los lectores a Thorgrin, ’Thor’ McLeod, cuyo sueño es unirse a la Legión de los Plateados, a los caballeros de élite que sirven al rey… La obra de Rice es sólida y el argumento es fascinante".

--Publishers Weekly



"[LA SENDA DE LOS HÉROES – A QUEST OF HEROES] es de lectura fácil y rápida. Los finales de los capítulos hacen que tengas que leer lo que sigue y no quieras dejarlo. Hay algunos errores en el libro y algunos nombres están mezclados, pero eso no distrae de la historia en general. El final del libro me hizo querer conseguir el siguiente libro inmediatamente, y eso es lo que hice. Las nueve series del Anillo del Hechicero (The Sorcerer’s Ring) se pueden adquirir actualmente en la tienda Kindle y La Senda de los Héroes (A Quest of Heroes) ¡es gratis, para empezar! Si está buscando algo rápido y divertido para leer mientras está de vacaciones, este libro es el adecuado".

--FantasyOnline.net



Libros de Morgan Rice




EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING)


LA SENDA DE LOS HÉROES (A QUEST OF HEROES) – [Libro #1]


LA MARCHA DE LOS REYES (A MARCH OF KINGS) – [Libro #2]


EL DESTINO DE LOS DRAGONES (A FATE OF DRAGONS) – [Libro #3]


UN GRITO DE HONOR (A CRY OF HONOR) – [Libro #4]


UNA PROMESA DE GLORIA (A VOW OF GLORY) – [Libro #5]


UNA CARGA DE VALOR (A CHARGE OF VALOR) – [Libro # 6]


UN RITO DE ESPADAS (A RITE OF SWORDS) – [Libro #7]


UNA SUBVENCIÓN DE ARMAS (A GRANT OF ARMS) – [Libro #8]


UN CIELO DE HECHIZOS (A SKY OF SPELLS) – [Libro #9]


UN MAR DE ESCUDOS (A SEA OF SHIELDS) – [Libro #10]


UN REINADO DE HIERRO (A REIGN OF STEEL) – [Libro #11]


UNA TIERRA DE FUEGO (A LAND OF FIRE) – [Libro #12]


EL DECRETO DE LAS REINAS (A RULE OF QUEENS) – [Libro #13]


UN JURAMENTO DE HERMANOS- AN OATH OF BROTHERS (Libro #14)




LA TRILOGIA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY)


ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS – (SLAVERUNNERS) – [Libro #1]


ARENA DOS (ARENA TWO) – [Libro #2]




DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS)


TRANSFORMACIÓN (TURNED) – [Libro #1]


AMORES (LOVED) [Libro #2]


TRAICIГ“N (BETRAYED) [Libro #3]


DESTINADO (DESTINED) [Libro #4]


DESEO (DESIRED) [Libro #5]


PROMETIDO (BETROTHED) [Libro #6]


PROMESA (VOWED) [Libro #7]


ENCUENTRO (FOUND) [Libro #8]


RESURRECCIГ“N (RESURRECTED) [Libro #9]


ANSIAS (CRAVED) [Libro #10]


DESTINO (FATED) [Libro #11]












¡Escuche la saga de EL LIBRO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING) ¡en formato de audio libro!


Derechos Reservados В© 2013 por Morgan Rice



Todos los derechos reservados. A excepciГіn de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno, ni almacenada en una base de datos o sistema de recuperaciГіn de informaciГіn, sin la autorizaciГіn previa de la autora.



Este libro electrГіnico estГЎ disponible solamente para su disfrute personal.В В  Este libro electrГіnico no puede ser revendido ni regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, tiene que adquirir un ejemplar adicional para cada uno. Si estГЎ leyendo este libro y no lo ha comprado, o no lo comprГі solamente para su uso, por favor devuГ©lvalo y adquiera su propio ejemplar. Gracias por respetar el arduo trabajo de esta escritora.



Г‰sta es una obra de ficciГіn.В  Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginaciГіn de la autora o se utilizan de manera ficticia.В В  Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es solamente una coincidencia.



Imagen de la cubierta Derechos Reservados, Razoomgame, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com.


"Mi honor es mi vida, ambas florecen juntas.
QuГ­tenme el honor, y mi vida estarГЎ acabada".

В В В В --William Shakespeare
В В В В Ricardo II



CAPГЌTULO UNO


Gwendolyn se mentalizГі contra el frГ­o viento que azotaba, mientras estaba parada en el borde del CaГ±Гіn y dio su primer paso hacia el puente arqueado que atravesaba la TravesГ­a del Norte. Este puente desvencijado, cubierto de hielo, estaba compuesto por una cuerda de madera desgastada y tablones, y apenas parecГ­a capaz de sostenerlos. Gwen se estremeciГі cuando dio su primer paso.

Gwen se resbalГі y estirГі la mano y agarrГі la barandilla, que se balanceГі y no ayudГі en nada. Se sintiГі descorazonada al considerar que este puente endeble era su Гєnica forma de cruzar el lado norte del CaГ±Гіn, para entrar en el Mundo de las Tinieblas y encontrar a Argon. Ella mirГі hacia arriba y vio, a lo lejos, al Mundo de las Tinieblas, con una capa de nieve cegadora. El cruce se sentГ­a todavГ­a mГЎs siniestro.

Llegó un súbito vendaval, y la cuerda se mecía tan violentamente que Gwendolyn se vio a sí misma agarrando el riel con ambas manos y cayendo de rodillas. Por un momento no sabía si podría aguantar – mucho menos cruzarlo. Se dio cuenta de que esto era mucho más peligroso de lo que creía, y de que todos estarían tomando la vida en sus manos al intentarlo.

"ВїMi seГ±ora?", se escuchГі una voz.

Gwen se volviГі para ver a Aberthol parado a pocos metros de distancia, junto a Steffen, Alistair y Krohn, todos ellos esperando para seguirla. Los cinco hacГ­an un grupo poco extraГ±o, encaramados en el borde del mundo, enfrentando un futuro incierto y una probable muerte.

"ВїRealmente debemos intentar cruzar esto?", preguntГі Г©l.

Gwendolyn se dio vuelta y mirГі la nieve y el viento azotando ante ella y agarrГі sus pieles con mГЎs fuerza alrededor de sus hombros, mientras se estremecГ­a. Secretamente, ella no querГ­a cruzar el puente; no querГ­a hacer este viaje en absoluto. PreferirГ­a regresar a la seguridad de su hogar de la infancia, a la Corte del Rey, estar detrГЎs de sus muros acogedores, ante una fogata y no tener que ver ninguno de los peligros y de las preocupaciones del mundo que le habГ­an envuelto desde que se habГ­a convertido en reina.

Pero por supuesto, no podría hacer eso. La Corte del rey ya no existía; su infancia se había ido, y ahora era la Reina. Iba a tener a un hijo al cual cuidar, tenía a su futuro esposo en algún lugar, y ellos la necesitaban. Por Thorgrin, ella caminaría a través del fuego, si fuera necesario. Gwen estaba segura de que era necesario, sin duda alguna. Todos necesitaban a Argon – no sólo ella y Thor, sino todo el Anillo. No solo se estaban enfrentando a Andrónico, sino también a una magia poderosa, lo suficientemente poderosa como para atrapar a Thor, y sin Argon, no sabía cómo podrían combatirla.

"SГ­", respondiГі ella. "Debemos hacerlo.

Gwen se preparГі para dar otro paso, y esta vez Steffen se abalanzГі, bloqueando su camino.

"Mi señora, por favor, déjeme ir primero", dijo. "No sabemos qué terrores nos esperan en este puente”.

Gwendolyn se sintiГі conmovida por su ofrecimiento, pero estirГі la mano y suavemente le hizo a un lado.

"No", dijo ella. "IrГ© yo".

Ya no esperГі, sino que dio un paso adelante, sosteniendo con firmeza la cuerda de la baranda.

Al dar un paso, fue azotada por una sensaciГіn de frГ­o congelante en la mano, el hielo se clavaba en ella, una frГ­a sensaciГіn golpeaba las palmas de sus manos y brazos. Ella respiraba rГЎpidamente, ni siquiera estaba segura si podrГ­a aguantar.

LlegГі otro vendaval, soplando el puente de lado a lado, obligГЎndola a reforzar su sujeciГіn, a tolerar el dolor del hielo. Luchaba por equilibrarse con todas sus fuerzas, mientras sus pies se resbalaban en la cuerda cubierta de hielo y en los tablones que estaban debajo de ella. El puente se sacudiГі bruscamente a la izquierda, y por un momento estaba segura de que caerГ­a por un costado. El puente se enderezГі solo y se meciГі en direcciГіn contraria.

Gwen se arrodillГі otra vez. Apenas habГ­a avanzado tres metros y su corazГіn ya latГ­a tan fuerte que apenas podГ­a respirar, y sus manos estaban tan entumecidas que apenas podГ­a sentirlas.

Ella cerrГі los ojos y respirГі hondo, y pensГі en Thor. Imaginaba su cara, cada ГЎngulo de Г©sta. Estaba obsesionada con su amor por Г©l. Con su determinaciГіn de liberarlo. No importaba lo que costara.

No importaba lo que costara.

Gwendolyn abriГі los ojos y se obligГі a sГ­ misma a dar varios pasos adelante, agarrando la barandilla, no estando dispuesta a detenerse esta vez por nada. El viento y la nieve podrГ­an hacerla caer hacia las profundidades del CaГ±Гіn. Pero ya no le importaba. Ya no se trataba de ella; sino del amor de su vida. Por Г©l, ella podrГ­a hacer cualquier cosa.

Gwendolyn sintiГі el cambio de peso en el puente detrГЎs de ella y mirГі hacia atrГЎs y ahГ­ estaban Steffen, Aberthol, Alistair y Krohn, siguiГ©ndola. Krohn se resbalГі sobre sus patas cuando corriГі pasando a los demГЎs, abriГ©ndose paso hasta llegar al lado de Gwendolyn.

"No sГ© si puedo hacer esto", gritГі Aberthol, con su voz tensa, despuГ©s de unos pasos temblorosos.

Г‰l estaba allГ­ parado, con los brazos temblando mientras agarraba la cuerda, era un anciano dГ©bil, apenas capaz de aguantar.

"Usted puede hacerlo", dijo Alistair, avanzando a su lado y poniendo un brazo alrededor de su cintura. "Aquí estoy yo. No se preocupe”.

Alistair caminГі con Г©l, ayudГЎndolo a avanzar, mientras el grupo seguГ­a caminando, yendo mГЎs y mГЎs lejos por el puente, de paso en paso.

Gwen nuevamente se maravillГі de la fuerza de Alistair ante la adversidad, de su naturaleza tranquila, de su intrepidez. TambiГ©n emanaba de ella una energГ­a que Gwendolyn no entendГ­a. Gwen no podГ­a explicar por quГ© sentГ­a tanto apegado hacia ella, pero en el corto tiempo en que la habГ­a tratado, ya la sentГ­a como si fuera una hermana. SacГі fuerza de su presencia. Y de la de Steffen.

Hubo un momento de calma en el viento, y ellos hicieron un buen tiempo. Pronto, cruzaron el punto medio del puente, moviГ©ndose mГЎs rГЎpidamente; Gwen ya se estaba acostumbrando a los tablones resbalosos. El otro extremo del CaГ±Гіn comenzГі a visualizarse, estaba a sГіlo cuarenta y cinco metros de distancia, y el corazГіn de Gwendolyn comenzГі sentirse optimista. Tal vez podrГ­an lograrlo, despuГ©s de todo.

AzotГі una ventisca, Г©sta mГЎs fuerte que las otras, tan fuerte que Gwen cayГі de rodillas y tuvo que sujetar la cuerda con ambas manos. Se aferrГі como si le fuera la vida en ello, mientras el puente se mecГ­a a noventa grados, y despuГ©s regresaba igual de violento. SintiГі que un tablГіn cediГі bajo sus pies y gritГі, mientras una de sus piernas se hundГ­a en la hendidura, a travГ©s del puente, y su pierna quedaba atrapada hasta el muslo. Ella se moviГі, pero no pudo salir.

Gwendolyn se dio vuelta para mirar a Aberthol perder su sujeciГіn, soltando a Alistair y comenzando a deslizarse sobre el borde del puente. Alistair reaccionГі rГЎpidamente, estirando una mano y sujetando su muГ±eca, sosteniГ©ndolo justo antes de que Aberthol se deslizara sobre el borde.

Alistair se inclinГі sobre el borde del puente, aguantando, mientras Aberthol se columpiaba debajo de ella; no habГ­a nada entre Г©l y el fondo del CaГ±Гіn. Alistair se tensГі y Gwen rezГі para que la cuerda no cediera. Gwen se sentГ­a tan impotente, atrapada como estaba, con su pierna atorada entre las tablas. Su corazГіn latГ­a aceleradamente, mientras intentaba salir.

El puente se mecГ­a violentamente, y Alistair y Aberthol se mecГ­an con Г©l.

"ВЎSuГ©ltame!", gritГі Aberthol. "ВЎSГЎlvate tГє!".

El bastГіn de Aberthol resbalГі de su mano y dio un sinfГ­n de volteretas en el aire, hacia las profundidades del CaГ±Гіn. Ahora todo lo que le quedaba era la vara atada a su espalda.

"Usted va a estar bien", le dijo Alistair, tranquilamente.

Gwen se sorprendiГі al ver a Alistair tan serena y segura.

"MГ­reme a los ojos", le dijo Alistair, con firmeza.

"ВїQuГ©?", grito Aberthol al viento.

"Que me mire a los ojos", le ordenГі Alistair, con mГЎs fuerza en su voz.

HabГ­a algo en su tono que ordenaba a los hombres, y Aberthol la mirГі. Sus miradas se encontraron, y al hacerlo, Gwendolyn vio un resplandor de luz emanar de los ojos de Alistair y brillar hasta los de Aberthol. Ella miraba con incredulidad mientras el resplandor envolvГ­a a Aberthol y cuando Alistair se reclinГі, con un tirГіn, jalГі a Aberthol hacia arriba, hacia el puente.

Aberthol, aturdido, se quedГі ahГ­ acostado, jadeando y mirГі hacia arriba a Alistair, asombrado; luego, inmediatamente se dio vuelta y sujetГі la baranda de cuerda con ambas manos, antes de que llegara otra rГЎfaga de viento.

"ВЎMi seГ±ora!", gritГі Steffen.

Г‰l se arrodillГі sobre ella, y luego bajГі la mano, la tomГі de los hombros y tirГі de ella con todas sus fuerzas.

Gwen comenzГі a destrabarse de las tablas, pero cuando estaba a punto de liberarse, resbalГі de su sujeciГіn helada y volviГі a caer donde estaba, yendo todavГ­a mГЎs adentro. De repente, una segunda tabla debajo de Gwendolyn se rompiГі y ella gritГі mientras sentГ­a cГіmo empezaba a caer en picado.

Gwendolyn estirГі la mano y sujetГі la cuerda con una mano y la muГ±eca de Steffen con la otra. SintiГі como si sus hombros se estuvieran desgarrando de sus cavidades, mientras ella colgaba al aire libre. Steffen colgaba ahora tambiГ©n, inclinado sobre el borde, con sus piernas enredadas detrГЎs de Г©l, arriesgando su vida para evitar la caГ­da de ella; las cuerdas rotas detrГЎs de Г©l eran lo Гєnico que los mantenГ­a a flote.

Hubo un gruГ±ido y Krohn saltГі hacia adelante y hundiГі sus colmillos en la piel del abrigo de Gwen y tirГі de ella con todas sus fuerzas, gruГ±endo y lloriqueando.

Lentamente, Gwen fue elevada, centГ­metro a centГ­metro, hasta que finalmente pudo sujetarse de las tablas del puente. Se arrastrГі hacia arriba y quedГі allГ­, de bruces, agotada, respirando con dificultad.

Krohn lamiГі la cara de ella una y otra vez, y respirГі, muy agradecida con Г©l y con Steffen, quien ahora estaba a su lado. Estaba feliz de estar viva, de salvarse de una muerte horrible.

Pero Gwendolyn de repente oyГі un ruido de algo rompiГ©ndose y sintiГі que todo el puente se movГ­a. Se le helГі la sangre en las venas cuando ella se volviГі y mirГі hacia atrГЎs: una de las cuerdas que sujetaba el puente del CaГ±Гіn se rompiГі.

Todo el puente se sacudiГі, y Gwen observГі con horror como el otro, pendiendo de un hilo, tambiГ©n se rompГ­a.

Todos gritaron cuando de repente, la mitad del puente se separГі de la pared del CaГ±Гіn; el puente los columpiaba a todos tan rГЎpido, que Gwen casi no podГ­a respirar, mientras volaban por el aire, yendo a la velocidad de la luz hacia el otro extremo del muro del CaГ±Гіn.

Gwen mirГі hacia arriba y vio el muro de roca yendo hacia ellos de manera borrosa, y sabГ­a que en momentos, todos morirГ­an por el impacto, sus cuerpos serГ­an aplastados, y que todo lo que quedara de ellos caerГ­a a las profundidades de la tierra.

"ВЎPiedra, cede el paso! ВЎTE LO ORDENO!", gritГі una voz llena de autoridad instintiva, una voz que Gwen nunca habГ­a escuchado.

Vio a Alistair agarrando la cuerda, extendiendo una mano, con la mirada fija y sin temor, al acantilado con el que estaban a punto de chocar. De la palma de la mano de Alistair emanaba una luz amarilla, y al acercarse a toda velocidad al muro del CaГ±Гіn, mientras Gwendolyn se preparaba para el impacto, se quedГі sorprendida por lo que sucediГі despuГ©s.

Ante sus ojos, la roca sólida del Cañón se convirtió en nieve – mientras todos chocaban, Gwendolyn no sintió el chasquido de huesos que esperaba. En cambio, sintió todo su cuerpo inmerso en un muro de luz y nieve suave. Hacía mucho frío, y la cubrió totalmente, entrando en sus ojos, nariz y oídos – pero no le dolió.

Estaba viva.

Todos colgaban ahГ­, la cuerda colgaba de la parte superior del CaГ±Гіn, inmersos en el muro de nieve, y Gwendolyn sintiГі una mano fuerte agarrando su muГ±eca. Era de Alistair. Su mano era extraГ±amente cГЎlida, a pesar del frГ­o congelante. Alistair, ya habГ­a sujetado tambiГ©n a los demГЎs, de alguna manera, y pronto, todos, incluyendo a Krohn fueron tirados por ella, mientras subГ­a la cuerda como si nada.

Finalmente, llegaron a la cima, y Gwen se derrumbГі en tierra firme, al otro lado del CaГ±Гіn. En el segundo que ocurriГі, las cuerdas restantes se rompieron, y lo que quedaba del puente se desplomГі, cayendo en la niebla, en las profundidades del CaГ±Гіn.

Gwendolyn estaba ahГ­ tirada, respirando con dificultad, muy agradecida de estar en tierra firme, preguntГЎndose quГ© acababa de pasar. El suelo estaba helado, cubierto de hielo y nieve, sin embargo, era tierra firme. Estaba fuera del puente, y estaba viva. Lo habГ­an logrado. Gracias a Alistair.

Gwendolyn se dio vuelta y mirГі a Alistair con un nuevo sentido de admiraciГіn y respeto. Ella estaba mГЎs que agradecida de tenerla a su lado. Realmente sentГ­a que era la hermana que nunca habГ­a tenido, y Gwen tenГ­a la sensaciГіn de que ella aГєn no habГ­a comenzado a ver la profundidad de la energГ­a de Alistair.

Gwen no tenía ni idea de cómo regresarían a tierra firme del Anillo cuando hubieran terminado lo que iban a hacer aquí – si es que lo terminaban, si es que alguna vez encontraban a Argon y volvían. Y cuando se asomó al muro de nieve cegadora delante de ella, en la entrada al Mundo de las Tinieblas, tuvo un mal presentimiento de que los obstáculos más difíciles todavía estaban por llegar.




CAPГЌTULO DOS


Reece estaba parado en La TravesГ­a del Este del CaГ±Гіn, agarrГЎndose a la barandilla del puente de piedra y mirando hacia el precipicio, horrorizado. Apenas podГ­a respirar. TodavГ­a no podГ­a creer lo que habГ­a presenciado: la Espada del Destino, alojada en una roca, caГ­a al precipicio en picado, dando volteretas y siendo tragada por la niebla.

HabГ­a esperado y esperado, tratando de escuchar que se estrellara, sentir el tremor bajo sus pies. Pero para su sorpresa, el ruido nunca llegГі. ВїEra un caГ±Гіn sin fondo? ВїLos rumores eran ciertos?

Finalmente, Reece soltó la barandilla, tenía sus nudillos blancos, soltó la respiración y se volvió y miró a sus compañeros de La Legión. Todos estaban allí parados – O'Connor, Elden, Conven, Indra, Serna y Krog – también mirando, horrorizados. Los siete estaban paralizados en su lugar, ninguno era capaz de comprender lo que había pasado. La Espada del Destino; la leyenda con la que habían crecido todos; el arma más importante en el mundo; propiedad de los reyes. Y era lo único que quedaba que mantenía activado el Escudo.

Se habГ­a resbalado de sus manos, estrellГЎndose hacia la nada.

Reece sintiГі que habГ­a fracasado. SintiГі que habГ­a defraudado no sГіlo a Thor, sino a todo el Anillo. ВїPor quГ© no pudieron haber llegado allГ­ unos minutos antes? Tan solo unos pocos metros mГЎs, y Г©l la habrГ­a salvado.

Reece se volviГі y mirГі al otro lado del CaГ±Гіn, al lado del Imperio y se preparГі. Ya sin la Espada, Г©l esperaba que el Escudo se desactivara, esperaba que todos los soldados del Imperio estuvieran alineados al otro lado, para que de repente corrieran en estampida y cruzaran el Anillo. Pero sucediГі algo curioso: mientras Г©l observaba, ninguno de ellos entrГі al puente. Uno de ellos lo intentГі y fue aniquilado.

De alguna manera, el Escudo seguГ­a arriba. Г‰l no lo entendГ­a.

"No tiene sentido", dijo Reece a los otros. "La Espada estГЎ fuera del Anillo. ВїCГіmo puede seguir el Escudo activado?".

"La Espada no ha dejado el Anillo", sugiriГі O'Connor. "No ha cruzado todavГ­a el otro lado del Anillo. CayГі hasta el fondo. EstГЎ atrapada entre dos mundos".

"Entonces ВїquГ© pasarГЎ con el Escudo si la Espada no estГЎ ni aquГ­ ni allГЎ?", preguntГі Elden.

Se miraron unos a otros, atГіnitos. Nadie tenГ­a la respuesta; Г©ste era un territorio sin explorar.

"No podemos irnos así nada más", dijo Reece. "El Anillo está a salvo con la Espada de nuestro lado – pero no sabemos qué puede ocurrir si la Espada permanece allí abajo”.

"Mientras no estГ© a nuestro alcance, no sabremos si puede terminar en el otro lado", agregГі Elden, estando de acuerdo.

"No es un riesgo que podamos tomar", dijo Reece. El destino del Anillo depende de eso. No podemos regresar con las manos vacías, como fracasados”.

Reece se volviГі y mirГі a los demГЎs, decidido.

"Debemos recuperarla", concluyó. "Antes de que alguien más lo haga”.

"ВїRecuperarla?", preguntГі Krog, asustado. "ВїEres tonto? ВїCГіmo piensas hacer eso?".

Reece se dio vuelta y mirГі a Krog, quien tambiГ©n lo mirГі, desafiante, como siempre. Krog se habГ­a convertido en una verdadera espina clavada en el costado de Reece, desafiando sus Гіrdenes en todo momento, retГЎndolo para tener el poder en cualquier situaciГіn. Reece estaba perdiendo la paciencia con Г©l.

"Lo haremos", insistió Reece, "bajaremos hasta el fondo del Cañón”.

Los demГЎs jadearon y Krog levantГі sus manos a sus caderas, haciendo muecas.

"Estás loco", dijo. "Nunca nadie ha descendido hasta el fondo del Cañón”.

"Nadie sabe si tiene fondo", intervino Serna. "Hasta donde sabemos, la Espada bajГі en una nube, y sigue descendiendo en este momento".

"Tonterías", respondió Reece. "Todo debe tener una base. Incluso el mar”.

"Bueno, aunque el fondo existiera", replicó Krog, "¿de qué nos servirá si está tan abajo que no podemos ni verlo ni oírlo? Nos podría tomar varios días llegar a él – varias semanas".

"AdemГЎs de que no es una caminata relajada", dijo Serna. "ВїNo has visto los acantilados?".

Reece se dio vuelta y observГі los acantilados, los muros de roca antigua del CaГ±Гіn, parcialmente ocultos en los remolinos de niebla. Eran rectos, verticales. Г‰l sabГ­a que tenГ­an razГіn; no serГ­a fГЎcil. Pero tambiГ©n sabГ­a que no tenГ­an elecciГіn.

"Se pondrá peor", argumentó Reece. "Esas paredes también son resbaladizas, con niebla. Y aun cuando lleguemos a la parte inferior, tal vez no podamos subir”.

Todos ellos lo miraban, perplejos.

"ВїEntonces tambiГ©n estГЎs de acuerdo en que es una locura intentarlo?", dijo Krog.

"Estoy de acuerdo en que es una locura", dijo Reece, con una voz retumbando con autoridad y confianza. "Pero nacimos para hacer locuras. No somos simples hombres; no somos simples ciudadanos del Anillo. Somos una raza especial: somos soldados. "Somos guerreros. Somos hombres de La Legión. Hicimos una promesa, un juramento. Juramos que nunca huiríamos de una misión por ser demasiado difícil o peligrosa, que nunca dudaríamos de hacer un esfuerzo que pudiera provocarnos daños personales. Sólo los débiles se esconden y se encogen de miedo —pero no nosotros. Eso es lo que nos hace guerreros. Es la esencia de la gallardía: uno se embarca en una causa más grande que uno mismo porque es lo correcto, lo honorable, aunque pueda ser imposible. Después de todo, no es la victoria lo que hace que algo sea valeroso, sino el intentarlo. Es más grande que nosotros. Esto es lo que somos.

Hubo un silencio pesado, mientras el viento azotaba y los demГЎs consideraban sus palabras.

Finalmente, Indra dio un paso adelante.

"Concuerdo con Reece", dijo ella.

"Yo tambiГ©n", agregГі Elden, avanzando.

"Y yo", agregГі O'Connor, caminando al lado de Reece.

Conven caminaba en silencio al lado de Reece, agarrando la empuñadura de su espada, dándose vuelta para ver a los demás. "Por Thorgrin", dijo, "voy a los confines de la tierra”.

Reece se sentГ­a envalentonado teniendo a sus miembros de La LegiГіn dignos de confianza a su lado, estas personas que se habГ­an vuelto tan cercanas a Г©l como si fueran familia, que se habГ­an aventurado con Г©l hasta los confines del Imperio. Los cinco se quedaron allГ­ y miraron a los dos nuevos miembros de La LegiГіn, Krog y Serna, y Reece se preguntГі si iban a unirse a ellos. Necesitaban ayuda adicional; pero si querГ­an regresar, entonces que asГ­ fuera. Г‰l no se los preguntarГ­a dos veces.

Krog y Serna estaban allГ­ parados, mirando hacia atrГЎs, inseguros.

"Soy mujer", les dijo Indra, "como se han burlado de mí antes. Y sin embargo, aquí estoy, lista para el desafío de un guerrero – mientras que ustedes están ahí, con todos sus músculos, burlándose y con miedo".

Serna refunfuГ±Гі, molesto, peinando hacia atrГЎs su largo cabello castaГ±o de sus anchos y estrechos ojos y dando un paso hacia adelante.

"Iré", dijo, "pero sólo por el bien de Thorgrin”.

Krog fue el Гєnico que se quedГі allГ­ parado, con la cara roja, desafiante.

"Ustedes son unos malditos tontos", dijo. "Todos ustedes".

Pero aun asГ­, avanzГі, uniГ©ndose a ellos.

Reece, satisfecho, se volviГі y los llevГі al borde del CaГ±Гіn. No habГ­a tiempo que perder.


*

Reece se mantuvo a un costado del acantilado mientras bajaba poco a poco, y los demГЎs iban varios metros arriba de Г©l, haciendo difГ­cil el descenso, como habГ­a sido durante horas. El corazГіn de Reece latГ­a aceleradamente mientras se abrГ­a paso tratando de mantener el equilibrio, con sus dedos en carne viva y entumecidos de frГ­o, con sus pies deslizГЎndose sobre la roca resbaladiza. Г‰l no habГ­a pensado que fuera tan difГ­cil. HabГ­a mirado hacia abajo y habГ­a estudiado el terreno, la forma de la piedra y habГ­a notado que en algunos lugares, la roca iba directamente hacia abajo, era perfectamente lisa, imposible de subir; en otros lugares estaba cubierta de un denso musgo; y en otros, tenГ­a una pendiente serrada, marcada, con agujeros, con espacios pequeГ±os y remotos donde uno pudiera poner los pies y las manos. Incluso habГ­a visto una cornisa ocasional en donde descansar.

Sin embargo, la escalada habГ­a demostrado que era mГЎs difГ­cil de lo que parecГ­a. La niebla oscurecГ­a constantemente su vista, y mientras Reece tragaba saliva y miraba hacia abajo, estaba teniendo cada vez mГЎs dificultad en encontrar puntos de apoyo. Sin mencionar que, incluso despuГ©s de todo ese tiempo escalando, el fondo, aunque existiera, permanecГ­a fuera de la vista.

Por dentro, Reece sentГ­a un temor creciente, una sequedad en la garganta. Una parte de Г©l se preguntaba si habГ­a cometido un grave error.

Pero no se atrevГ­a a mostrar su temor a los demГЎs. No estando Thor, ahora Г©l era su lГ­der, y debГ­a dar el ejemplo. TambiГ©n sabГ­a que permitirse temer, no le harГ­a ningГєn bien. Necesitaba mantenerse fuerte y permanecer concentrado; Г©l sabГ­a que el miedo solamente esconderГ­a sus habilidades.

Las manos de Reece temblaban, mientras se controlaba. Se dijo a sГ­ mismo que tenГ­a que olvidar lo que se encontraba debajo y concentrarse sГіlo en lo que habГ­a delante de Г©l.

Un paso a la vez, se dijo a sГ­ mismo. Se sintiГі mejor al pensar de esa forma.

Reece encontrГі otro punto de apoyo y dio otro paso hacia abajo, luego otro, y se encontrГі empezando a recuperar el ritmo.

"ВЎCUIDADO!", gritГі alguien.

Reece se preparГі mientras pequeГ±os guijarros caГ­an de repente a su alrededor, rebotando en su cabeza y hombros. MirГі hacia arriba y vio una gran roca cayendo; la esquivГі y casi le pegГі.

“¡Lo siento!”, gritó O'Connor. "¡Roca suelta!".

El corazГіn de Reece latГ­a aceleradamente mientras miraba hacia abajo e intentaba mantener la calma. MorГ­a por saber dГіnde estaba el fondo; estirГі una mano y agarrГі una pequeГ±a roca que habГ­a aterrizado en su hombro y, mirando hacia abajo, la lanzГі.

ObservГі, esperando ver si hacГ­a algГєn ruido.

Nunca se escuchГі.

Su corazonada fue mayor. TodavГ­a no sabГ­a dГіnde terminaba el CaГ±Гіn. Y con sus manos y pies temblando, no sabГ­a si podrГ­an lograrlo. Reece tragГі saliva, todo tipo de pensamientos corrГ­an por su mente mientras continuaba. ВїQuГ© pasarГ­a si Krog habГ­a estado en lo cierto? ВїQuГ© pasarГ­a si no tenГ­a ningГєn fondo? ВїQuГ© pasarГ­a si Г©sta era una misiГіn suicida imprudente?

Mientras Reece daba otro paso, bajando de prisa varios metros, ganando impulso otra vez, repentinamente escuchГі el sonido de un cuerpo raspando la roca y luego oyГі que alguien gritaba. Hubo una conmociГіn a su lado, y al mirar vio a Elden, empezando a caer, resbalando por delante de Г©l.

Reece instintivamente extendiГі una mano y logrГі asir la muГ±eca de Elden mientras resbalaba. Afortunadamente Reece tenГ­a un agarre firme en el acantilado con la otra mano y fue capaz de sostener a Elden con firmeza, impidiГ©ndole resbalar hasta abajo. Pero Elden colgaba, incapaz de encontrar el equilibrio. Elden era demasiado grande y pesado, y Reece sintiГі que su fuerza se le escapaba.

Indra apareciГі, escalando hacia abajo rГЎpidamente y estirГі la mano y sujetГі la otra muГ±eca de Elden. Elden se moviГі rГЎpidamente, pero no pudo encontrar el equilibrio.

"ВЎNo encuentro de dГіnde asirme!", gritГі Elden, con pГЎnico en su voz. PateГі salvajemente, y Reece temiГі que tambiГ©n perderГ­a su sujeciГіn y caerГ­a con Г©l. PensГі rГЎpidamente.

Reece recordГі la cuerda y rezГіn que O'Connor le habГ­a mostrado antes de su descenso, la herramienta que solГ­an usar para escalar paredes durante un asedio. En caso de necesitarse, dijo O'Connor.

"ВЎO'Connor, tu cuerda!", gritГі Reece. "ВЎArrГіjala!".

Reece mirГі hacia arriba y vio a O'Connor quitando la cuerda de su cintura, reclinГЎndose y empalando el gancho en un rincГіn de la pared. Lo hundiГі con todas su fuerzas, lo probГі varias veces, luego lo arrojГі hacia abajo. La soga colgaba mГЎs allГЎ de Reece.

No pudo haber sido mГЎs oportuno. La palma de la mano resbaladiza de Elden se deslizaba de la mano de Reece, y cuando Г©l empezГі a retirarla, Elden extendiГі la mano y agarrГі la cuerda. Reece sostuvo su aliento, rezando para que lo sujetara.

Lo hizo. Elden lentamente tirГі de sГ­ mismo hacia arriba, hasta que finalmente encontrГі una base fuerte. Г‰l estaba parado en una cornisa, respirando con fuerza, recuperando su equilibrio. Tuvo un suspiro profundo de alivio, al igual que Reece. HabГ­a estado demasiado cerca.


*

Ellos subieron y subieron, Reece no sabГ­a cuГЎnto tiempo habГ­a pasado. El cielo se volviГі mГЎs oscuro y Reece goteaba sudor a pesar del frГ­o, sintiendo como si cualquier momento podrГ­a ser el Гєltimo. Sus manos y pies se agitaban violentamente, y el sonido de su propia respiraciГіn llenГі sus oГ­dos. Se preguntГі cuГЎnto mГЎs podrГ­a aguantar. Г‰l sabГ­a que si no encontraban el fondo pronto, todos tendrГ­an que parar y descansar, en especial porque estaba anocheciendo. Pero el problema era que no habГ­a ningГєn lugar para parar y descansar.

Reece no podГ­a evitar preguntarse que si todos llegaban a estar demasiado cansados, si podrГ­an comenzar a caer, uno a uno.

Hubo un gran clamor de roca y luego una pequeña avalancha, toneladas de piedras cayeron, aterrizando en la cabeza, cara y ojos de Reece. Su corazón se detuvo cuando escuchó un grito – diferente esta vez, un grito de muerte. Con el rabillo del ojo vio cómo iba cayendo delante de él, casi más rápido de lo podía procesar, un cuerpo.

Reece extendiГі una mano para atraparlo, pero pasГі muy rГЎpido. Todo lo que pudo hacer fue girar y ver cГіmo Krog era llevado por el aire, agitГЎndose, chillando, cayendo de espaldas directamente hacia la nada.




CAPГЌTULO TRES


Kendrick estaba sentado a horcajadas sobre su caballo, al lado de Erec, Bronson y Srog, delante de sus miles de hombres, mientras enfrentaban a Tirus y al Imperio. HabГ­an caГ­do en una trampa. HabГ­an sido vendidos por Tirus, y Kendrick se dio cuenta, demasiado tarde, que habГ­a sido un gran error confiar en Г©l.

Kendrick mirГі arriba y a su derecha y vio a 10 mil soldados del Imperio en la cresta del valle, con las flechas preparadas; a su izquierda vio a otros tantos. Ante ellos estaban parados muchos mГЎs. Los pocos miles de hombres de Kendrick, posiblemente nunca podrГ­an vencer a ese nГєmero de soldados. Ellos serГ­an asesinados con tan solo intentarlo. Y con todos esos arcos preparados, el mГЎs mГ­nimo movimiento resultarГ­a en la masacre de sus hombres. GeogrГЎficamente, estar en la base de un valle, tampoco ayudaba. Tirus habГ­a elegido bien su lugar para la emboscada.

Mientras Kendrick estaba ahГ­ sentado, indefenso, con su rostro ardiendo de rabia e indignaciГіn, mirГі hacia Tirus, quien estaba sentado en lo alto de su caballo con una sonrisa de satisfacciГіn. Junto a Г©l estaban sentados sus cuatro hijos, y al lado de ellos, un comandante del Imperio.

"ВїEl dinero es tan importante para ti?", preguntГі Kendrick a Tirus, apenas a tres metros de distancia, con su voz tan frГ­a como el acero. "ВїVenderГ­as a tu propia gente, a tu propia sangre?"

Tirus no mostrГі ningГєn remordimiento; Г©l sonriГі de oreja a oreja.

"Tu gente no es de mi sangre, Вїrecuerdas?", dijo Г©l. "Es por ello que no tengo derecho, segГєn tus leyes, al trono de mi hermano".

Erec aclarГі su garganta, enojado.

"Las leyes MacGil pasan el trono al hijo – no al hermano”.

Tirus meneГі la cabeza.

"Ahora todo es intrascendente. Sus leyes ya no importan. El poder siempre triunfa sobre la ley. Son aquellos con poder quienes dictan la ley. Y ahora, como puedes ver, yo soy más fuerte. Lo que significa que de ahora en adelante, yo dicto la ley. Las generaciones venideras no recordarán ninguna de sus leyes. Todo lo que recordarán es que yo, Tirus, fui el rey. No tú ni tu hermana”.

"Los tronos tomados de manera ilegítima nunca perduran", contraatacó Kendrick. "Podrás matarnos, incluso podrás convencer a Andrónico que te conceda un trono. Pero tú y yo sabemos que no gobernarás por mucho tiempo. Serás traicionado con la misma alevosía que nos infundiste”.

Tirus se quedГі allГ­ sentado, sin inmutarse.

"Entonces saborearé esos breves días en mi trono el tiempo que dure – y aplaudiré al hombre que me pueda traicionar con tanta habilidad como la que yo utilicé para traicionarlos”.

"ВЎBasta de hablar!", gritaron los comandantes del Imperio. "ВЎRГ­ndanse ahora o sus hombres morirГЎn!".

Kendrick los mirГі, furioso, sabiendo que debГ­a rendirse pero sin querer hacerlo.

"Bajen las armas", dijo Tirus tranquilamente, con su voz tranquilizadora, y "los trataré justamente, de un guerrero a otro. Serán mis prisioneros de guerra. Tal vez no comparta sus leyes, pero honro el código de batalla de un guerrero. Les prometo que no serán dañados estando bajo mi supervisión”.

Kendrick mirГі a Bronson, a Srog y a Erec, quienes tambiГ©n lo miraron. Todos estaban ahГ­ sentados, orgullosos guerreros, con los caballos haciendo cabriolas debajo de ellos, en silencio.

"ВїPor quГ© deberГ­amos confiar en ti?", preguntГі Bronson a Tirus. "Ya nos has demostrado que tu palabra no significa nada. Tengo la mentalidad de morir en el campo de batalla, sГіlo para quitarte esa sonrisa engreГ­da de tu cara".

Tirus se dio vuelta y frunciГі el ceГ±o a Bronson.

"Hablas cuando ni siquiera eres un MacGil. Eres un McCloud. No tienes derecho a interferir en asuntos de los MacGil".

Kendrick defendiГі a su amigo: "Bronson es tan MacGil ahora como cualquiera de nosotros. Habla con la voz de nuestros hombres".

Tirus apretГі los dientes, claramente molesto.

La decisión es tuya". Mira a tu alrededor y verás a nuestros miles de arqueros en ristre. Ustedes han sido aventajados. Si tan siquiera llegaran a tocar sus espadas, tus hombres caerían muertos en el acto. Seguramente hasta tú puedes darte cuenta. Hay tiempos de lucha y tiempos para rendirse. Si quieres proteger a tus hombres, harás lo que haría cualquier buen comandante. Depongan sus armas”.

Kendrick apretГі su mandГ­bula varias veces, ardiendo por dentro. Aunque odiaba admitirlo, Г©l sabГ­a que Tirus tenГ­a razГіn. Г‰l echГі un vistazo y supo en un instante que la mayorГ­a, si no es que todos sus hombres, iban a morir aquГ­, si trataban de luchar. Aunque querГ­a pelear, serГ­a una decisiГіn egoГ­sta; y aunque despreciaba a Tirus, presentГ­a que estaba diciendo la verdad y que sus hombres no serГ­an perjudicados. Mientras vivieran, siempre podrГ­an luchar otro dГ­a, en otro lugar, en algГєn otro campo de batalla.

Kendrick mirГі a Erec, un hombre con el que habГ­a luchado en infinidad de ocasiones, el campeГіn de Los Plateados y sabГ­a que estaba pensando lo mismo. Era diferente ser un lГ­der que ser un guerrero: un guerrero podГ­a pelear con temerario desenfreno, pero un lГ­der tenГ­a que pensar primero en los demГЎs.

"Hay un tiempo para las armas y un tiempo para rendirse", gritГі Erec. "Confiaremos en tu palabra de guerrero de que todos nuestros hombres no serГЎn daГ±ados, y con esa condiciГіn, depondremos nuestras armas. Pero si incumples con tu palabra, que Dios guarde tu alma, voy a volver del infierno para vengar a todos y cada uno de mis hombres".

Tirus asintiГі, satisfecho, y Erec extendiГі la mano y dejГі caer su espada y su vaina al suelo. Aterrizaron con un sonido metГЎlico.

Kendrick hizo lo mismo, al igual que Bronson y Srog, cada uno de ellos reacios, pero sabiendo que era lo prudente.

DetrГЎs de ellos se oyГі el sonido metГЎlico de miles de armas, todas cayendo por el aire y aterrizando en el suelo de invierno, todos Los Plateados y los MacGil y los silesios se rindieron.

Tirus sonriГі de oreja a oreja.

"Ahora, bajen de sus caballos", ordenГі.

De uno en uno desmontaron, delante de sus caballos.

Tirus mostrГі una amplia sonrisa, disfrutando su victoria.

"Durante todos estos aГ±os en que estuve exiliado en las Islas Superiores, envidiГ© la Corte del Rey, a mi hermano mayor, todo su poder. Pero ahora, ВїquiГ©n de los MacGil tiene todo el poder?".

"El poder de la traiciГіn no es ningГєn poder", dijo Bronson.

Tirus frunciГі el ceГ±o y asintiГі con la cabeza a sus hombres.

Se abalanzaron y ataron a cada una de sus muГ±ecas con cuerdas gruesas. Todos comenzaron a ser arrastrados, miles de ellos fueron hechos prisioneros.

Mientras arrastraban a Kendrick, de repente recordГі a su hermano, Godfrey. Todos se habГ­an ido juntos, sin embargo, no lo habГ­a visto ni a Г©l ni a sus hombres desde entonces. Se preguntaba si de alguna manera habГ­a logrado escapar. RezГі para que hubiese encontrado un mejor destino que ellos. De alguna manera, Г©l era optimista.

Con Godfrey, uno nunca sabГ­a.




CAPГЌTULO CUATRO


Godfrey iba delante de sus hombres, flanqueado por Akorth, Fulton y su general silesio, y cabalgando al lado del comandante del Imperio a quien habГ­a sobornado generosamente. Godfrey cabalgaba con una amplia sonrisa en su rostro, mГЎs que satisfecho, cuando vio a la divisiГіn de los hombres del Imperio, varios miles de soldados fuertes, junto a ellos, uniГ©ndose a su causa.

ReflexionГі con satisfacciГіn en el soborno que les habГ­a dado a ellos; en las interminables bolsas de oro, recordГі las miradas en sus caras y estaba feliz de que su plan hubiese funcionado. No habГ­a estado seguro hasta el Гєltimo momento, y por primera vez, respirГі tranquilo. ExistГ­an muchas maneras de ganar una batalla, despuГ©s de todo, y acababa de ganar una sin derramar una gota de sangre. Tal vez eso no lo hacГ­a tan caballeroso o valiente como a los otros guerreros. Pero, aun asГ­, lo hacГ­a exitoso. Y finalmente, Вїno era Г©se el objetivo? Г‰l preferГ­a mantener a todos sus hombres vivos con un poco de soborno, que ver a la mitad de ellos asesinados en algГєn acto imprudente de hidalguГ­a. AsГ­ era Г©l.

Godfrey había trabajado duro para lograrlo. Había utilizado todas sus conexiones del mercado negro de los burdeles, callejones y tabernas, para averiguar quién había estado durmiendo con quién, qué burdeles frecuentaban los comandantes del Imperio en el Anillo, y qué comandante del Imperio estaba abierto al soborno. Godfrey tenía más contactos ilícitos que la mayoría – de hecho, había pasado toda su vida acumulándolos – y ahora le habían sido útiles. Tampoco había causado daño el haber sobornado tan bien a cada uno de sus contactos. Finalmente, le había dado buen uso al oro de su papá.

Aun asГ­, Godfrey no habГ­a estado seguro si ellos eran confiables, hasta el Гєltimo momento. No habГ­a nadie que te vendiera como ladrГіn, y tenГ­a que aprovechar la oportunidad que se le estaba presentando. SabГ­a que era como lanzar una moneda al aire; que esta gente era tan confiable como el oro que les fue pagado. Pero les habГ­a pagado con muy, pero muy buen oro, y resultaron ser mГЎs confiables de lo que pensГі.

Por supuesto, no sabГ­a cuГЎnto tiempo permanecerГ­a fiel esta divisiГіn de las tropas del Imperio. Pero al menos se habГ­an zafado de una batalla, y por ahora, los tenГ­a de su lado.

"Me equivoquГ© contigo", dijo una voz.

Godfrey se dio vuelta para ver al general silesiano acercГЎndose a Г©l con una mirada de admiraciГіn.

"Dudé de ti, lo admito", continuó diciendo. "Te ofrezco disculpas. No podría haber imaginado el plan que tenías bajo la manga. Fue ingenioso. No volveré a dudar de ti otra vez”.

Godfrey sonriГі, sintiГ©ndose reivindicado. Todos los generales, todos los militares, habГ­an dudado Г©l toda su vida. En la Corte de su padre, una Corte de guerreros, siempre se le habГ­a mirado con desdГ©n. Ahora, finalmente, estaban viendo que, a su manera, podГ­a ser tan competente como ellos.

"No te preocupes", dijo Godfrey. "Yo tambiГ©n dudaba de mГ­ mismo. Voy aprendiendo. Yo no soy un comandante y no tengo un plan maestro que no sea sobrevivir, de cualquier manera posible".

"ВїY ahora adГіnde vamos?", preguntГі el general.

"A reunirnos con Kendrick, Erec y los otros y hacer lo que podamos para ayudarlos en su causa”.

Los miles de ellos cabalgaron, en una alianza peligrosa e incГіmoda entre los hombres del Imperio y Godfrey, subiendo y bajando por las llanuras, a travГ©s de las largas, secas y polvorientas planicies, yendo hacia el valle donde Kendrick les habГ­a dicho que se encontrarГ­an.

Mientras cabalgaban, un millГіn de pensamientos corrieron por la mente de Godfrey. Se preguntГі cГіmo le habrГ­a ido a Kendrick y a Erec; se preguntГі quГ© tan superados en nГєmero estarГ­an; y se preguntГі cГіmo le irГ­a en la prГіxima batalla, una batalla real. Ya no se podГ­a evitar; ya no tenГ­a mГЎs trucos bajo la manga, no habГ­a mГЎs oro.

TragГі saliva, nervioso. SentГ­a que ya no tenГ­a el mismo nivel de valor que todos los demГЎs parecГ­an tener, con el que parecГ­an haber nacido. Todo el mundo parecГ­a tan valiente en la batalla e incluso en la vida. Pero Godfrey tuvo que admitir que tenГ­a miedo. Cuando llegara el momento, en el fragor de la batalla, Г©l sabГ­a que no podrГ­a eludirlo. Pero era torpe y delicado; Г©l no tenГ­a las habilidades de los demГЎs, y no sabГ­a cuГЎntas veces serГ­a salvado por los dioses de la suerte.

A los demás no parecía importarles si morían – todos parecían estar dispuestos a dar su vida por la gloria. Godfrey había valorado la gloria. Pero él amaba más a la vida. Él amaba su cerveza y amaba su comida, e incluso ahora, sintió un rugido en su estómago, unas ganas de estar de vuelta en la seguridad de una taberna en algún lugar. La vida de batalla no era para él.

Pero Godfrey pensaba en Thor, quien estaba en alguna parte, prisionero; pensaba en toda su gente luchando por la causa, y sabГ­a que aquГ­ era donde su honor, aunque estuviera mancillado, lo obligaba a estar.

Ellos cabalgaron y cabalgaron y, finalmente, llegaron a la cima y tuvieron la oportunidad de tener una vista extensa del valle que estaba abajo. Se detuvieron y Godfrey entrecerrГі los ojos hacia el sol cegador, tratando de ajustar la mirada, para dar sentido a lo que tenГ­a frente a Г©l. LevantГі una mano para proteger sus ojos y mirГі, confundido.

Entonces, para su horror, todo quedГі claro. El corazГіn de Godfrey se detuvo: abajo, miles de los hombres de Kendrick y de Erec y de Srog, eran arrastrados para ser prisioneros. Г‰sta era la fuerza de combate con la que supuestamente debГ­a reunirse. Estaban completamente rodeados por diez veces mГЎs la cantidad de soldados del Imperio. Iban a pie, con las muГ±ecas atadas, todos estaban siendo llevados como prisioneros. Godfrey sabГ­a que Kendrick y Erec nunca se rendirГ­an, a menos que hubiera habido una buena razГіn. ParecГ­a como si les hubieran puesto una trampa.

Godfrey se congelГі, lleno de pГЎnico. Se preguntaba cГіmo pudo haber pasado esto. Г‰l habГ­a estado esperando encontrarlos en el fragor de una batalla en iguales condiciones, habГ­a esperado reunirse a sus fuerzas. Pero ahora, en cambio, iban desapareciendo en el horizonte, con medio dГ­a de camino de ventaja.

El general del Imperio se acercГі al lado de Godfrey y se burlГі.

"Parece que tus hombres han perdido", dijo el general del Imperio. "Eso no era parte del trato".

Godfrey se volviГі hacia Г©l y vio cuГЎn ansioso parecГ­a estar el general.

"Te paguГ© bien", dijo Godfrey, nervioso pero reuniendo su voz mГЎs segura al sentir que su trato caГ­a en pedazos. "Y prometiste unirte a mi causa".

Pero el general del Imperio meneГі la cabeza.

"Te prometí acompañarte en la batalla – no en una misión suicida. Mis pocos miles de hombres no se enfrentarán contra todo el batallón de Andrónico. Nuestro trato ha cambiado. Puedes pelear por tu cuenta – y me quedaré con tu oro".

El general del Imperio se dio vuelta y gritГі, mientras pateaba su caballo y se iba en direcciГіn contraria, con sus hombres pisГЎndole los talones. Pronto desaparecieron abajo, al otro lado del valle.

"ВЎГ‰l tiene nuestro oro!", dijo Akorth. "ВїDebemos perseguirlo?".

Godfrey moviГі la cabeza, mientras los veГ­a irse cabalgando.

"¿Y de qué serviría eso? El oro es oro. No voy a arriesgar nuestras vidas por ello. Deja que se vayan. Siempre hay más”.

Godfrey se dio vuelta y vio en el horizonte, al grupo de hombres de Kendrick y de Erec desapareciendo, lo cual le preocupaba mГЎs. Ahora ya no tenГ­a refuerzos, y estaba aГєn mГЎs aislado que antes. SentГ­a sus planes desmoronГЎndose a su alrededor.

"ВїY ahora quГ©?", preguntГі Fulton.

Godfrey se encogiГі de hombros.

"No tengo idea", dijo.

"No puedes decir eso", dijo Fulton. "Ahora eres el comandante”.

Pero Godfrey simplemente se encogiГі de hombros otra vez. "Digo la verdad".

"Esto de ser guerrero es difГ­cil", dijo Akorth, rascГЎndose la barriga, mientras se quitaba el casco. "Parece que no funcionГі como esperabas, Вїverdad?"

Godfrey se quedГі sentado en su caballo, sacudiendo la cabeza, reflexionando sobre quГ© hacer. Le habГ­a tocado una baraja que no esperaba, y no habГ­a ningГєn plan de contingencia.

"ВїDebemos regresar?", preguntГі Fulton.

"No", Godfrey se escuchГі diciendo, sorprendiГ©ndose incluso a sГ­ mismo.

Los demГЎs se volvieron y lo miraron, sorprendidos. Otros se acercaron para escuchar sus Гіrdenes.

"Tal vez no sea un gran guerrero", dijo Godfrey, "pero esos de ahí son mis hermanos. Se los están llevando. No podemos regresar. Aunque eso signifique nuestra muerte”.

"¿Estás loco?", preguntó el general de Silesia. "Todos esos buenos guerreros de Los Plateados, de los MacGil, de las silesios — todos ellos juntos, no pudieron luchar contra los hombres del Imperio. ¿Cómo crees que unos cuantos miles de nuestros hombres bajo tu mando, lo hará?"

Godfrey se volviГі hacia Г©l, molesto. Estaba cansado de que dudaran de Г©l.

"Nunca dije que ganaríamos", respondió él. "Yo digo solamente que es lo correcto que debemos hacer. No les abandonaré. Ahora que si quieres darte la vuelta y volver a casa, puedes hacerlo. Yo mismo voy a atacarlos”.

"Eres un comandante sin experiencia", dijo, frunciendo el ceño. "No tienes idea de lo que estás diciendo. Guiarás a todos estos hombres a una muerte segura”.

"Lo haré", dijo Godfrey. "Es cierto. Pero prometiste no volver a dudar de mí. Y yo no voy a darme la vuelta”.

Godfrey cabalgГі varios metros hacia adelante y hacia arriba de una loma para que pudiera ser visto por todos sus hombres.

"¡SEÑORES!", gritó, subiendo la voz. "Sé que no me conoces como comandante digno de confianza, como Kendrick o Erec o Srog. Y es cierto, no tengo sus habilidades. Pero tengo corazón, al menos en ocasiones. Y ustedes también. Lo que sé es que son nuestros hermanos los que fueron capturados. Y yo prefiero no vivir, que vivir para ver cómo se los llevan ante nuestros ojos, que regresar como perros a nuestras ciudades y esperar al Imperio para que venga a matarnos, también. Tengan por seguro esto: nos matarán algún día. Todos podemos morir ahora, de pie, luchando, persiguiendo al enemigo como hombres libres. O podemos morir avergonzados y deshonrados. La elección es suya". Vengan conmigo y vivos o no, ¡cabalgarán hacia la gloria!”.

Hubo un grito de sus hombres, uno tan entusiasta, que sorprendiГі a Godfrey. Todos levantaron sus espadas por lo alto, y eso le dio valor.

TambiГ©n hizo que Godfrey se diera cuenta de la realidad de lo que acababa de decir. Г‰l no habГ­a pensado bien sus palabras antes de pronunciarlas; sГіlo se dejГі llevar por el momento. Ahora se daba cuenta de que estaba comprometido con ello, y se sorprendiГі un poco por sus palabras. Su propia valentГ­a era abrumadora, incluso para Г©l.

Mientras los hombres hacГ­an cabriolas en sus caballos, preparaban sus armas y se alistaban para su ataque final, Akorth y Fulton aparecieron junto a Г©l.

"ВїQuieres beber algo?", preguntГі Akorth.

Godfrey mirГі hacia abajo y lo vio llegar con una bota de vino, y Г©l la arrebatГі de la mano de Akorth; echГі la cabeza hacia atrГЎs y bebiГі y bebiГі, hasta que casi habГ­a bebido todo, apenas parando para recuperar el aliento. Finalmente, Godfrey limpiГі la parte posterior de su boca y devolviГі la bota.

ВїQuГ© he hecho? se preguntГі. Se habГ­a comprometido Г©l mismo y a los demГЎs, a una batalla que no podrГ­a ganar. ВїHabГ­a estado pensando claramente?

"No pensГ© que tenГ­as ese valor", dijo Akorth, dГЎndole palmadas de manera brusca en la espalda, mientras eructaba "Fue un gran discurso. ВЎMejor que el teatro!".

"ВЎDeberГ­amos haber vendido las entradas!", intervino Fulton.

"Creo que te no equivocaste en nada", dijo Akorth. "Es mejor morir de pie, que sobre nuestras espaldas".

"Aunque de espaldas no estarГ­a nada mal, si fuera en la cama de un burdel", aГ±adiГі Fulton.

"¡Eso, eso!", dijo Fulton. "¿O qué tal morir con una jarra de cerveza en nuestros brazos y con la cabeza reclinada?”.

"Eso estarГ­a bien, sin duda alguna", dijo Akorth, bebiendo.

"Pero supongo que despuГ©s de un rato, serГ­a aburrido", dijo Fulton. "ВїCuГЎntos tarros puede beber un hombre, con cuГЎntas mujeres puede acostarse un hombre en una cama?".

"Pues, muchas, si lo piensas bien", dijo Akorth.

"Aun así, supongo que sería divertido morir de una manera diferente. No tan aburrida”.

Akorth suspirГі.

"Bueno, si sobrevivimos a todo esto, por lo menos tendrГ­amos un motivo para tener que beber realmente. Por primera vez en nuestras vidas, ВЎnos lo habremos ganado!".

Godfrey se alejГі, intentando desconectarse de las conversaciones continuas de Akorth y Fulton. Necesitaba concentrarse. HabГ­a llegado el momento de que se convirtiera en hombre, de dejar atrГЎs las ingeniosas bromas y chistes de taberna; de tomar decisiones reales que afectaban a los hombres de verdad del mundo real. SentГ­a una pesadez sobre Г©l; no podГ­a evitar preguntarse si esto era lo que su padre habГ­a sentido. De alguna extraГ±a manera, aunque odiaba al hombre, estaba empezando a simpatizar con su padre. Y tal vez, para su horror, a ser como Г©l.

Olvidando el peligro ante Г©l, Godfrey sintiГі un aumento repentino de confianza. De pronto, pateГі su caballo y con un grito de batalla, cabalgГі precipitadamente por el valle.

DetrГЎs de Г©l llegГі el grito de batalla inmediato de miles de hombres, y las pisadas de sus caballos llenaron sus oГ­dos mientras salГ­an corriendo detrГЎs de Г©l.

Godfrey ya se sentГ­a mareado, con el viento en su pelo, el vino se le fue a la cabeza, mientras corrГ­a hacia una muerte segura y se preguntГі en quГ© se habГ­a metido.




CAPГЌTULO CINCO


Thor estaba sentado sobre su caballo, su padre estaba a su lado, McCloud por el otro, y Rafi cerca. DetrГЎs de ellos estaban sentados docenas de miles de soldados del Imperio, la principal divisiГіn del ejГ©rcito de AndrГіnico, disciplinados y pacientemente a la espera del comando de AndrГіnico. Todos estaban sentados en la cima de una colina, mirando la zona montaГ±osa, con sus picos cubiertos de nieve. En la cima de la zona montaГ±osa, estaba la ciudad de McCloud, Highlandia, y Thor se puso tenso al mirar a miles de tropas salir de la ciudad y cabalgar hacia ellos, preparГЎndose para la batalla.

Г‰stos no eran los hombres de MacGil; tampoco eran los soldados del Imperio. Llevaban una armadura que Thor apenas reconociГі; pero mientras apretaba la empuГ±adura de su nueva espada, no estaba seguro exactamente de quiГ©nes eran ellos, o por quГ© atacaban.

"Los McCloud. "Mis ex soldados”, explicó McCloud a Andrónico. "Todos los buenos soldados McCloud. Todos los hombres a los que entrené alguna vez y con los que combatí”.

"Pero ahora se han vuelto en tu contra", observГі AndrГіnico. "Vienen a encontrarse contigo en una batalla".

McCloud frunciГі el ceГ±o, le faltaba un ojo, la mitad de su rostro estaba marcado con el sello del Imperio, tenГ­a un aspecto grotesco.

"Lo siento, mi señor", dijo él. "No es mi culpa. Es el trabajo de mi hijo, Bronson. Volvió a mi propia gente en mi contra. Si no fuera por él, todos ellos se unirían a mí ahora, por tu gran causa”.

"No es culpa de tu hijo", corrigió Andrónico, con la voz de acero, girando hacia él. "Es porque eres un comandante débil y un padre más débil. El fracaso de tu hijo es el fracaso que hay en ti. Debí haber sabido que serías incapaz de controlar a tus propios hombres. Debería haberte matado hace mucho tiempo”.

McCloud tragГі saliva, nervioso.

"Mi SeГ±or, tГє tambiГ©n podrГ­as considerar que no sГіlo estГЎn luchando contra mГ­, sino contra ti. Quieren deshacerse del Anillo del Imperio".

AndrГіnico meneГі la cabeza, acariciando su collar de cabezas reducidas.

"Pero ahora estГЎs de mi lado", dijo Г©l. "AsГ­ que pelear contra mГ­ es luchar contra ti, tambiГ©n".

McCloud sacГі su espada, conmocionado por el ejГ©rcito que se acercaba.

"PelearГ© y matarГ© a todos y cada uno de mis hombres", declarГі.

"Sé que lo harás", dijo Andrónico. "Si no lo haces, te mataré yo mismo. No es que necesite que me ayudes. Mis hombres harán mucho más daño del que podrás imaginar – especialmente si van al mando de mi hijo, Thornicus".

Thor estaba sentado en su caballo, oyendo dГ©bilmente sus conversaciones, pero al mismo tiempo, no escuchando nada de ellas. Г‰l estaba aturdido. Su mente se llenГі de pensamientos extraГ±os que no reconocГ­a, pensamientos que latГ­an en su cerebro y continuamente le recordaba la lealtad que le debГ­a a su padre, su deber de luchar por el Imperio, su destino como el hijo de AndrГіnico. Los pensamientos se arremolinaban sin descanso en su mente, y aunque lo intentaba, era incapaz de despejar su mente, de tener pensamientos propios. Era como si hubiera sido tomado como rehГ©n en su propio cuerpo.

Mientras AndrГіnico hablaba, cada una de sus palabras se convertГ­a en una sugerencia en la mente de Thor, luego en una orden. Entonces, de alguna manera, se convirtieron en sus propios pensamientos. Thor luchaba, una pequeГ±a parte de Г©l trataba de liberar su mente de esos sentimientos invasivos para llegar a un punto de claridad. Pero cuanto mГЎs luchaba, era mГЎs difГ­cil.

Mientras estaba sentado ahГ­ en su caballo, viendo al ejГ©rcito entrante galopando a travГ©s de las llanuras, sintiГі fluir la sangre en las venas, y en lo Гєnico que podГ­a pensar era en su lealtad a su padre, en su necesidad de aplastar a cualquiera que se interpusiera en el camino de su padre. En su destino para gobernar el Imperio.

"Thornicus, Вїme oГ­ste?", dijo AndrГіnico. "ВїEstГЎs preparado para demostrar lo que vales en combate, por tu padre?".

"SГ­, padre mГ­o", respondiГі Thor, mirando hacia adelante. "LucharГ© contra cualquiera que combata contra ti".

AndrГіnico esbozГі una amplia sonrisa. Se dio vuelta y enfrentГі a sus hombres.

"ВЎSEГ‘ORES!", dijo Г©l. "Ha llegado el momento de enfrentar al enemigo, de eliminar del Anillo a sus rebeldes sobrevivientes de una vez por todas. Comenzaremos con estos hombres de McCloud que se atreven a desafiarnos. Thornicus, mi hijo, nos guiarГЎ en la batalla. Le seguirГЎn como si me siguieran a mГ­. DarГЎn su vida por Г©l como lo harГ­an por mГ­. Si lo traicionan a Г©l, ВЎme traicionan a mГ­!".

"ВЎTHORNICUS!", gritГі AndrГіnico.

"ВЎTHORNICUS!", se escuchГі el eco de un coro de diez mil tropas del Imperio detrГЎs de ellos.

Thor, envalentonado, levantГі su espada nueva por lo alto, la espada del Imperio, la que le habГ­a regalado su amado padre. SintiГі un poder manando de Г©l, el poder de su linaje, de su pueblo, de todo lo que Г©l debГ­a ser. Finalmente habГ­a vuelto a casa, habГ­a vuelto con su padre, una vez mГЎs. Por su padre, Thor harГ­a lo que fuera. Incluso lanzarse a la muerte.

Thor soltГі un gran grito de guerra, mientras pateaba su caballo y saliГі apresuradamente hacia el valle, siendo el primero en la batalla. DetrГЎs de Г©l se oyГі un gran grito de guerra, mientras decenas de miles de hombres le seguГ­an, todos ellos preparados para seguir a Thornicus hacia sus muertes.




CAPГЌTULO SEIS


Mycoples estaba acurrucada, enredada dentro de la inmensa red Akron, incapaz de estirarse, de batir sus alas. Ella estaba sentada en el timГіn del barco del Imperio y aunque luchaba, no podГ­a levantar la barbilla, mover sus brazos, extender sus garras. Nunca se habГ­a sentido peor en su vida, nunca sintiГі tal falta de libertad, de fuerza. Ella estaba acurrucada en bola, parpadeando lentamente, abatida, mГЎs por Thor que por ella misma.

Mycoples podГ­a sentir la energГ­a de Thor, incluso desde esta gran distancia, incluso mientras su barco navegaba por el mar, subiendo y bajando las olas monstruosas, su cuerpo se elevaba y descendГ­a mientras las olas se estrellaban en la cubierta. Mycoples podГ­a sentir a Thor cambiando, convirtiГ©ndose en otra persona, no era el hombre que conociГі una vez. Se sintiГі descorazonada. Ella no pudo evitar sentir que de alguna manera lo habГ­a decepcionado. Ella tratГі de luchar una vez mГЎs, tenГ­a muchas ganas de ir con Г©l, de salvarlo. Pero simplemente no podГ­a liberarse.

Una ola gigante se estrellГі en la cubierta, y las aguas espumosas del Tartuvio se deslizaban debajo de su red, haciendo que resbalara y se golpeara la cabeza con el casco de madera. Se encogiГі de miedo y gruГ±Гі, no teniendo el espГ­ritu o fuerza que solГ­a tener. Se habГ­a resignado a su nuevo destino, sabiendo que se la estaban llevando para ser asesinada, o peor aГєn, para vivir una vida en cautiverio. No le importaba lo que pasara con ella. Ella sГіlo querГ­a que Thor estuviera bien. Y querГ­a una oportunidad, una Гєltima oportunidad para vengarse de sus atacantes.

"ВЎAhГ­ estГЎ! ВЎSe deslizГі hasta la mitad de la cubierta!", gritГі uno de los soldados del Imperio.

Mycoples sintiГі el dolor repentino de un pinchazo en las escalas sensibles de su cara, y vio a dos soldados del Imperio con lanzas de nueve metros de largo, picГЎndola, a una distancia segura a travГ©s de la red. Ella intentГі abalanzarse a hacia ellos, pero sus limitaciones se lo impedГ­an. Ella gruГ±Гі mientras la pinchaban una y otra vez, riendo, evidentemente se estaban divirtiendo.

"Ella no es tan aterradora ahora, Вїverdad?", le preguntГі uno al otro.

El otro rio, pinchando su lanza cerca de su ojo. Mycoples se alejГі en el Гєltimo segundo, evitando dejarla ciega.

"Es como una mosca, inofensiva", dijo uno.

"Dicen que van a ponerla en exhibiciГіn en la nueva capital de Imperio".

"No es lo que supe", dijo el otro. "Me dijeron que van a cortarle las alas y torturarla por todo el daño que le hizo a nuestros hombres”.

"OjalГЎ pudiera estar allГ­ para ver eso".

"ВїRealmente tenemos que llevarla intacta?", preguntГі uno.

"Son las Гіrdenes".

"Pero no veo por quГ© nosotros no podamos al menos mutilarla un poco. DespuГ©s de todo, realmente no necesita ambos ojos, Вїverdad?".

El otro se rio.

"Pues ahora que lo dices, supongo que no", respondiГі. "Adelante. DiviГ©rtete".

Uno de los hombres se acercГі y levantГі una lanza por lo alto.

"No te muevas, pequeña”, le dijo el soldado.

Mycoples se encogiГі, indefenso, mientras el soldado iba hacia adelante, preparГЎndose para sumir su larga lanza en su ojo.

De repente, otra ola se estrellГі en la proa; el agua sacГі las piernas del soldado y se fue resbalando hacia la cara de ella, con los ojos abiertos de par en par, de terror. Con un enorme esfuerzo, Mycoples logrГі levantar una garra lo suficientemente alto como para permitir que el soldado se deslizara por debajo de ella; al hacerlo, ella la hizo caer sobre Г©l y la clavГі en su garganta.

Г‰l chillГі y la sangre se derramГі por todas partes, mezclada con agua, mientras morГ­a debajo de ella. Mycoples sintiГі una pequeГ±a satisfacciГіn.

El soldado del Imperio restante se dio vuelta y corriГі, gritando por ayuda. En pocos momentos, una docena de soldados del Imperio se acercaron, todos portando largas lanzas.

"ВЎMaten a la bestia!", gritГі uno de ellos.

Todos se acercaron a matarla, y Mycoples estaba segura de que lo lograrГ­an.

Mycoples sintiГі una repentina furia ardiendo a travГ©s de ella, como nunca habГ­a sentido. Ella cerrГі los ojos y orГі a Dios para que le diera una rГЎfaga final de fuerza.

Lentamente, sintiГі un gran calor surgir dentro de su vientre y bajar por la garganta. LevantГі su boca y soltГі un rugido. Para su sorpresa, saliГі un montГіn de llamas.

Las llamas viajaron por la red, y aunque no destruyГі el Akron, una pared de fuego envolviГі a la docena de hombres que se acercaron a ella.

Todos gritaron mientras sus cuerpos ardГ­an en llamas; la mayorГ­a se derrumbГі en la cubierta, y aquellos que no murieron al instante, corrieron y saltaron por la borda al mar. Mycoples sonriГі.

Docenas mГЎs de soldados aparecieron,В  esgrimiendo mazas y Mycoples tratГі de invocar al fuego otra vez.

Pero esta vez no funcionГі. Dios habГ­a contestado sus oraciones y le habГ­a dado la gracia una sola vez. Pero ahora, ya no habГ­a nada mГЎs que pudiera hacer. Estaba agradecida, al menos, por lo que habГ­a tenido.

Decenas de soldados descendieron sobre ella, golpeГЎndola con mazas, y lentamente, Mycoples sintiГі que se hundГ­a, mГЎs y mГЎs abajo, con sus ojos cerrГЎndose. Ella se acurrucГі, resignada, preguntГЎndose si su tiempo en este mundo habГ­a llegado a su fin.

Pronto, su mundo se llenГі de oscuridad.




CAPГЌTULO SIETE


RГіmulo estaba parado en el timГіn de su enorme barco, con el casco pintado de negro y oro y ondeando la bandera del Imperio, un leГіn con un ГЎguila en su boca, batiendo las alas con audacia en el viento. Se quedГі allГ­ con las manos en las caderas; con su estructura muscular aГєn mГЎs amplia, como si estuviera enraizado a la cubierta y mirГі hacia el vaivГ©n de las olas luminiscentes del Ambrek. A lo lejos, apareciendo a la vista, estaba la orilla del Anillo.

Por fin.

El corazГіn de RГіmulo renaciГі con ilusiГіn, al mirar al Anillo por primera vez. En su barco navegaban sus mejores hombres elegidos cuidadosamente, varias docenas de ellos y detrГЎs navegaban miles de los mejores barcos de Imperio. Una gran armada, llenando el mar, todos navegando con la bandera del Imperio. Ellos habГ­an hecho una larga travesГ­a, rodeando el Anillo, decididos a llegar en el lado de McCloud. RГіmulo planeaba entrar a hurtadillas de su antiguo jefe, AndrГіnico, y asesinarlo cuando menos lo esperara.

SonriГі ante ese pensamiento. AndrГіnico no tenГ­a ninguna idea de la fuerza o la astucia de su hombre nГєmero dos al mando, y estaba a punto de aprenderlo de mala manera. Nunca debiГі haberlo subestimado.

Hubo enormes olas, y Rómulo se deleitaba con el frío rocío que caía en su cara. En su brazo agarró el manto mágico que había obtenido en el bosque, y sintió que iba a funcionar, que iba a llevarlo al otro lado del Cañón. Sabía que cuando se lo pusiera, sería invisible, sería capaz de penetrar el Escudo, de cruzar solo el Anillo. Su misión requeriría sigilo y astucia y sorpresa. Sus hombres no podían seguirlo, por supuesto, pero no necesitaba a ninguno de ellos: una vez que estuviera adentro, encontraría a los hombres de Andrónico – a los hombres del Imperio – y los reuniría para su causa. Él los dividiría y crearía su propio ejército, su propia guerra civil. Después de todo, los soldados del Imperio querían a Rómulo tanto como ellos a Andrónico. Usaría a los hombres de Andrónico contra él.

RГіmulo entonces encontrarГ­a a un MacGil, lo llevarГ­a al otro lado del CaГ±Гіn, como exigГ­a el manto, y si era cierta la leyenda, el Escudo serГ­a destruido. Con el Escudo desactivado, convocarГ­a a todos sus hombres y toda su flota entrarГ­a y aplastarГ­an al Anillo para siempre. Entonces, finalmente, RГіmulo serГ­a el Гєnico gobernante del universo.

RespirГі profundo. Ya casi podГ­a saborearlo. Г‰l habГ­a estado luchando toda su vida por este momento.

Rómulo miró hacia el cielo rojo intenso, el segundo sol se estaba poniendo, era una enorme bola en el horizonte, emitiendo un brillo azul claro, a esta hora del día. Era la hora del día en que Rómulo rogaba a sus dioses, el dios de la Tierra, el dios del Mar, el dios del Cielo, el dios del viento – y sobre todo, el dios de la guerra. Él sabía que necesitaba apaciguarles a todos. Estaba preparado: había traído muchos esclavos para sacrificarlos, sabiendo que su sangre derramada le daría poder.

Las olas chocaban a su alrededor mientras se acercaban a tierra. RГіmulo no esperГі a que los otros bajaran las cuerdas, sino que prefiriГі saltar del casco tan pronto como la proa tocГі la arena, cayendo unos seis metros y aterrizando sobre sus pies, hasta su cintura, en el agua. Г‰l ni siquiera parpadeГі.

RГіmulo se acercГі a la orilla como si fuera dueГ±o de ella, dejando sus pesadas huellas en la arena. DetrГЎs de Г©l, sus hombres bajaron las cuerdas y todos comenzaron a bajar de la embarcaciГіn, mientras llegaba un barco tras otro.

RГіmulo observГі toda su obra, y sonriГі. Estaba oscureciendo y Г©l habГ­a llegado a tierra en el momento perfecto para presentar un sacrificio. Г‰l sabГ­a que tenГ­a que agradecer a los dioses por esto.

Se dio vuelta y enfrentГі a sus hombres.

"ВЎFUEGO!", gritГі RГіmulo.

Sus hombres se apresuraron para construir una enorme fogata, de cuatro metros y medio de altura, habГ­a una enorme pila de madera lista, esperando ser encendida, dispersa y en forma de estrella.

RГіmulo asintiГі con la cabeza, y sus hombres arrastraron hacia adelante a una docena esclavos, atados unos a otros. Estaban amarrados a lo largo de la madera de la hoguera, con sus cuerdas aseguradas a ella. Miraban fijamente, con los ojos abiertos de par en par, llenos de pГЎnico. Gritaban aterrorizados, viendo las antorchas listas y dГЎndose cuenta de que estaban a punto de ser quemados vivos.

“¡NO!", gritó uno de ellos. “¡Por favor! ¡Se lo ruego! Esto no. ¡Cualquier cosa menos esto!".

RГіmulo los ignorГі. En cambio, volviГі la espalda a todo el mundo, dio varios pasos adelante, abriГі sus brazos ampliamente y estirГі el cuello hasta los cielos.

"ВЎOMARUS!", gritГі. "ВЎDanos la luz para ver! Acepta mi sacrificio esta noche. AcompГЎГ±ame en mi viaje al Anillo. Dame una seГ±al. ВЎDГ©jame saber si voy a tener Г©xito!

RГіmulo bajГі sus manos, y al hacerlo, sus hombres se abalanzaron hacia adelante y lanzaron sus antorchas a la madera.

Se escucharon horribles gritos, mientras todos los esclavos eran quemados vivos. Salieron chispas por todos lados, mientras RГіmulo estaba allГ­ parado, con el rostro radiante, observando el espectГЎculo.

RГіmulo asintiГі con la cabeza, y sus hombres acercaron a una anciana, sin ojos, con su cara arrugada, con su cuerpo jorobado. Varios hombres la llevaban en un carro, y ella se inclinГі hacia adelante, hacia las llamas. RГіmulo la observГі, paciente, esperando su profecГ­a.

"TendrГЎs Г©xito", dijo ella. "A menos que veas los soles converger".

RГіmulo sonriГі ampliamente. ВїLos soles convergen? Eso no ha pasado en mil aГ±os.

Estaba eufГіrico, un sentimiento de calidez inundaba su pecho. Eso era todo lo que necesitaba saber. Los dioses estaban con Г©l.

RГіmulo agarrГі su manto, montГі en su caballo, lo pateГі con fuerza, empezando a galopar solo, a travГ©s de la arena, hacia el camino que lo llevarГ­a a la TravesГ­a del Este, por el CaГ±Гіn, y pronto, al centro mismo del Anillo.




CAPГЌTULO OCHO


Selese caminГі a travГ©s de los restos de la batalla, con Illepra a su lado, cada una de ellas revisando cuerpo por cuerpo, buscando seГ±ales de vida. HabГ­a sido un largo y duro viaje desde Silesia, mientras las dos estaban juntas, siguiendo al grupo principal del ejГ©rcito y atendiendo a los heridos y a los muertos. Se separaron de los otros curanderos y se habГ­an convertido en amigas Г­ntimas, unidas a travГ©s de la adversidad. Ellas se sentГ­an atraГ­das naturalmente una a la otra, eran de la misma edad, se parecГ­an entre ellas, y quizГЎ lo mГЎs importante, era que cada una estaba enamorada de un chico MacGil. Selese amaba a Reece; e Illepra, aunque reacia a admitirlo, amaba a Godfrey.

Hicieron su mejor esfuerzo para ir al parejo del grupo principal del ejГ©rcito, abriГ©ndose paso en zigzag de los campos y bosques y caminos fangosos, buscando constantemente a heridos MacGil. Por desgracia, encontrarlos no fue difГ­cil; llenaban el paisaje en abundancia. En algunos casos, Selese fue capaz de curarlos; pero en muchos casos, lo mejor que Illepra y ella podГ­an hacer era tapar sus heridas, quitarles el dolor con sus elГ­xires y permitirles una muerte tranquila.

Era desgarrador para Selese. Habiendo sido una curandera en una pequeГ±a ciudad toda su vida, nunca habГ­a tratado con algo de esta escala o gravedad. Estaba acostumbrada a manejar raspaduras menores, cortes y heridas o quizГЎ la picadura ocasional de un Forsyth. Pero no estaba acostumbrada a tal derramamiento de sangre y muerte, a tal gravedad de las heridas y heridos. Le entristecГ­a profundamente.

En su profesiГіn, Selese anhelaba curar a la gente y verlos bien; sin embargo, desde que se habГ­a embarcado en Silesia, no habГ­a visto nada mГЎs que un rastro interminable de sangre. ВїCГіmo podГ­an los hombres hacerse eso unos a otros? Los heridos eran todos hijos de alguien; padres, maridos. ВїCГіmo podГ­a ser tan cruel la humanidad?

Selese estaba mГЎs descorazonada aГєn,В  por su falta de capacidad para ayudar a cada persona que encontraba. Sus provisiones estaban limitadas a lo que podГ­a cargar, y dada su larga caminata, no era mucho. Los otros curanderos del reino estaban dispersos por todo el Anillo; eran un ejГ©rcito en sГ­ mismo, pero abarcaban poco y los suministros eran muy pocos. Sin suficientes carruajes, caballos y un equipo de ayudantes, era poco lo que ella podГ­a transportar.

Selese cerrГі los ojos y respirГі profundamente mientras caminaba, viendo las caras de los heridos destellar ante ella. Ella habГ­a atendido demasiadas veces a soldados heridos mortalmente, gritando de dolor, habГ­a visto sus ojos vidriosos y les habГ­a dado Blatox. Era un analgГ©sico eficaz y un tranquilizante efectivo. Pero Г©ste no podГ­a sanar heridas que supuraban, ni detener la infecciГіn. Sin todas sus provisiones, era lo mejor que podГ­a hacer. Le daban ganas de llorar y gritarle al mundo al mismo tiempo.

Selese e Illepra se arrodillaron junto a un soldado herido, a pocos metros de distancia una de la otra, cada una ocupada suturando una herida con aguja e hilo. Selese habГ­a sido forzada a usar esta aguja demasiadas veces, y deseaba tener alguna limpia. Pero no tenГ­a otra elecciГіn. El soldado gritГі de dolor cuando ella cosiГі una herida vertical, larga, en su bГ­ceps, que parecГ­a no querer permanecer cerrada, supurando continuamente. Selese presionГі una mano hacia abajo, tratando de contener el flujo sanguГ­neo.

Pero era una batalla perdida. Si tan sГіlo hubiese llegado a este soldado un dГ­a antes, todo hubiese estado bien. Pero ahora su brazo estaba verde. Ella trataba de prevenir lo inevitable.

"Va a estar bien", le dijo Selese.

"No, no es así", dijo él, con una mirada de la muerte hacia ella. Selese había visto esa mirada demasiadas veces. "Dígame”. ¿Voy a morir?".

Selese respirГі hondo y contuvo la respiraciГіn. No sabГ­a quГ© responder. Odiaba ser deshonesta. Pero no podГ­a soportar decГ­rselo.

"Nuestros destinos estГЎn en manos de nuestros creadores", dijo. "Nunca es demasiado tarde para cualquiera de nosotros. Beba", dijo ella, tomando un pequeГ±o frasco de Blatox de la cartera de pociones que llevaba en su cintura, poniГ©ndolo en sus labios y acariciando su frente.

Г‰l puso sus ojos en blanco, y suspirГі, tranquilo por primera vez.

"Me siento bien", dijo.

Momentos mГЎs tarde, sus ojos se cerraron.

Selese sintiГі rodar una lГЎgrima por su mejilla y rГЎpidamente la limpiГі.

Illepra terminГі con sus heridos y cada una de ellas se levantГі, agotada, y continuaron caminando juntas hacia el interminable sendero, pasando cadГЎver tras cadГЎver. Se dirigieron, inevitablemente, hacia el Este, siguiendo al grupo principal del ejГ©rcito.

"ВїAcaso estamos haciendo algo aquГ­?", preguntГі finalmente Selese, tras un largo silencio.

"Por supuesto", respondiГі Illepra.

"No parece ser asГ­", dijo Selese. "Hemos salvado a tan pocos y perdido a tantos otros".

"ВїY quГ© hay de esos pocos?", preguntГі Illepra. "ВїNo valen nada?".

Selese pensГі.

"Por supuesto que sГ­", dijo ella. "ВїY quГ© hay de los otros?".

Selese cerrГі los ojos e intentГі pensar en ellos; pero ahora solamente eran caras borrosas.

Indra meneГі la cabeza.

"Estás pensando de manera equivocada. Eres una soñadora. Muy ingenua. No puedes salvar a todo el mundo. Nosotros no empezamos esta guerra. Sólo la seguimos”.

Siguieron caminando en silencio, yendo cada vez mГЎs al Este, pasando campos de cadГЎveres. Selese estaba feliz, al menos, por la compaГ±Г­a de Illepra. Se hacГ­an compaГ±Г­a mutuamente y se daban consuelo y habГ­an compartido conocimientos y remedios en el camino. Selese estaba asombrada por la amplia gama de hierbas de Illepra, que ella no habГ­a conocido; Illepra, a su vez, se sorprendГ­a continuamente por las extraordinarias pomadas que Selese habГ­a descubierto en su pequeГ±o pueblo. Se complementan bien una a la otra.

Mientras caminaban, examinando una vez mГЎs a los muertos, Selese dirigiГі sus pensamientos hacia Reece. A pesar de todo lo que habГ­a a su alrededor, no podГ­a sacarlo de su mente. Ella habГ­a viajado todo el camino a Silesia para encontrarlo, para estar con Г©l. Pero el destino los habГ­a separado demasiado pronto, esta estГєpida guerra los mandaba en diferentes direcciones. Se preguntaba a cada momento si Reece estaba a salvo. Se preguntaba exactamente en quГ© campo de batalla estaba. Y a cada cadГЎver que veГ­a, rГЎpidamente le miraba la cara con un sentimiento de temor, esperando y rezando para que no fuera Reece. SentГ­a un nudo en el estГіmago con cada cuerpo al que se acercaba, hasta que lo volteaba y le veГ­a la cara y notaba que no era Г©l. Con cada uno, suspiraba de alivio.

Sin embargo, cada paso que daba la hacía sentir al borde, siempre temiendo encontrarlo con los heridos – o peor aún, con los muertos. No sabía si podría seguir adelante, si así fuera.

Estaba decidida a encontrarlo, vivo o muerto. Ella habГ­a viajado hasta aquГ­, y no volverГ­a hasta saber el destino de Г©l.

"No he visto ninguna seГ±al de Godfrey", dijo Illepra, pateando piedras conforme caminaban.

Illepra habГ­a hablado de Godfrey intermitentemente desde que se habГ­an ido, y era obvio que tambiГ©n estaba enamorada de Г©l.

"Ni yo", dijo Selese.

Era un diГЎlogo constante entre las dos, cada uno embelesada por los dos hermanos, Reece y Godfrey, dos hermanos que no podГ­an ser mГЎs diferentes uno del otro. Selese no podГ­a entender lo que Illepra veГ­a en Godfrey, personalmente. Para ella era sГіlo un borracho, un hombre tonto, que no debГ­a ser tomado en serio. Era divertido y gracioso y sin duda, ingenioso. Pero no era el tipo de hombre que querГ­a Selese. Selese querГ­a a un hombre sincero, serio, pasional. Anhelaba tener a un hombre que tuviera caballerosidad, honor. Reece era el indicado para ella.

"No sГ© cГіmo pudo Г©l haber sobrevivido a todo esto", dijo Illepra tristemente.

"Lo amas, Вїverdad?", preguntГі Selese.

Illepra enrojeciГі y se dio vuelta.

"Nunca dije nada acerca del amor", dijo ella, defensivamente. "Solamente estoy preocupada por Г©l. Es sГіlo un amigo".

Selese sonriГі.

"ВїEn serio? Entonces, Вїpor quГ© no paras de hablar de Г©l?".

"ВїEso hago?", preguntГі Illepra, sorprendida. "No me habГ­a dado cuenta".

"SГ­, constantemente".

Illepra se encogiГі de hombros y guardГі silencio.

"Supongo que me saca de quicio, de alguna manera. A veces me pone furiosa. Constantemente estoy sacándolo a rastras de las tabernas. Me promete todo el tiempo, que nunca volverá. Pero siempre lo hace”. Es exasperante, realmente. Lo destruiría, si pudiera”.

"ВїEs por eso que estГЎs tan ansiosa por encontrarlo?", preguntГі Selese. "ВїPara destruirlo?".

Ahora fue turno de Illepra sonreГ­r.

"Tal vez no", dijo ella. "Tal vez tambiГ©n quiero darle un abrazo".

Ellas rodearon una colina y se encontraron con un soldado, de Silesia. Estaba debajo de un ГЎrbol, gimiendo, con su pierna evidentemente rota. Selese podГ­a verlo desde aquГ­, con su ojo de experta. Cerca de allГ­, atado al ГЎrbol, estaban dos caballos.

Fueron corriendo a su lado.

Mientras Selese atendГ­a sus heridas, una profunda cuchillada en el muslo, no pudo evitar preguntarle lo mismo que a todos los soldados que encontraba.

"ВїHan visto a alguien de la familia real?", preguntГі ella. ВїHan visto a Reece?".

Todos los otros soldados se habГ­an dado vuelta y negaron con la cabeza y apartaron la mirada, y Selese estaba tan acostumbrada a la decepciГіn, queВ  ya esperaba una respuesta negativa.

Pero, para su sorpresa, este soldado asintiГі con la cabeza.

"No he cabalgado con Г©l, pero sГ­ lo he visto, sГ­, seГ±ora".

Los ojos de Selese se abrieron de par en par de emociГіn y esperanza.

“¿Está vivo? ¿Está herido? ¿Sabe dónde está?", preguntó ella, con el corazón acelerado, agarrando la muñeca del hombre.

Г‰l asintiГі.

“Sí. Está en una misión especial. Recuperar la Espada".

"ВїQuГ© espada?".

Pues la Espada del Destino.

Ella lo mirГі con asombro. La Espada del Destino. La espada de la leyenda.

"ВїDГіnde?", preguntГі ella, desesperada. "ВїDГіnde estГЎ Г©l?"

"Se fue a la TravesГ­a del Este".

La TravesГ­a del Este, pensГі Selese. Eso estaba lejos, muy lejos. No habГ­a manera de llegar a pie. No a este ritmo. Y si Reece estaba ahГ­, seguramente estaba en peligro. Seguramente, necesitaba de ella.

Cuando terminГі de atender al soldado, notГі los dos caballos atados al ГЎrbol. Dada la pierna rota de este hombre, no habГ­a forma de que Г©l pudiera montarlos. Esos dos caballos no le servirГ­an a Г©l. Y pronto morirГ­an, si no se les atendГ­a.

El soldado se dio cuenta de que ella los miraba.

"Tómelos, señora", le dijo. "No los necesito”.

"Pero son suyos", dijo ella.

"No puedo montarlos. No estando así. Usted les dará buen uso. Tómelos y encuentre a Reece. Es un largo camino desde aquí y no podrá llegar a pie. Me ha ayudado enormemente. No moriré aquí. Tengo comida y agua para tres días. Los hombres vendrán por mí. Todo el tiempo hay patrullas aquí. Tómelos y vaya”.

Selese estrechГі la muГ±eca de Г©l, rebosante de gratitud. Se volviГі hacia Illepra, decidida.

"Debo ir y encontrar a Reece. Lo siento. Hay dos caballos aquí. Puedes tomar el otro e ir a donde necesites. Tengo que cruzar el Anillo, para ir a la Travesía del Este. Lo siento. Pero tengo que dejarte”.

Selese montГі su caballo y se sorprendiГі cuando Illepra se abalanzГі y montГі el que estaba al lado de ella. Illepra extendiГі la mano con su espada corta y cortГі la cuerda que ataba a los caballos al ГЎrbol.

Ella se dirigiГі a Selese y sonriГі.

"ВїRealmente pensaste que despuГ©s de todo lo que hemos pasado, te dejarГ­a ir sola?", preguntГі ella.

Selese sonriГі. "Supongo que no", respondiГі ella.

Las dos patearon sus caballos, y se fueron, corriendo por el camino, yendo todavГ­a mГЎs al Este, al lugar, orГі Selese, donde estaba Reece.




CAPГЌTULO NUEVE


Gwendolyn se hizo ovillo, bajando su barbilla contra el viento y la nieve, mientras caminaba por el interminable campo blanco, con Alistair, Steffen y Aberthol a su lado, Krohn a sus pies. Los cinco habГ­an estado caminando durante horas, desde que habГ­an cruzado el CaГ±Гіn y entrado en el Mundo de las Tinieblas, y Gwen estaba agotada. Sus mГєsculos y estГіmago le dolГ­an, sentГ­a dolores agudos disparando a travГ©s de ella, cuando el bebГ© se movГ­a. Era un mundo de nieve blanca, cayendo implacablemente, azotando en sus ojos, el horizonte no ofrecГ­a respiro. No habГ­a nada que rompiera la monotonГ­a del paisaje; Gwen sentГ­a como si estuviera caminando hasta los confines de la tierra.

TambiГ©n habГ­a mГЎs frГ­o, y a pesar de sus pieles, Gwendolyn sentГ­a el frГ­o penetrando en sus huesos. Sus manos ya estaban entumecidas.

Ella vio a los demГЎs temblando, tambiГ©n, todos luchando contra el frГ­o, y empezГі a preguntarse si habГ­a cometido un grave error al venir aquГ­. Aunque Argon estuviera aquГ­, sin algГєn indicador de algГєn tipo en el horizonte, ВїcГіmo podrГ­a encontrarlo? No habГ­a ningГєn rastro, ningГєn camino, y Gwen sentГ­a una sensaciГіn de desesperaciГіn, ya que no tenГ­a ni idea de hacia dГіnde se dirigГ­an. Todo lo que sabГ­a era que iban lejos del CaГ±Гіn, mГЎs al norte. Incluso aunque encontraran a Argon, ВїcГіmo podrГ­an liberarlo? ВїPodrГ­a ser liberado?

Gwen sintiГі que habГ­a viajado a un lugar que no era para los seres humanos, a un lugar sobrenatural, exclusivo para hechiceros y druidas y fuerzas misteriosas de la magia, que ella no comprendГ­a. SentГ­a que estaba invadiendo.

Gwen sintiГі otro dolor agudo en su estГіmago y sintiГі que el bebГ© se daba vuelta dentro de ella una y otra vez. Г‰ste era tan intenso, que casi se quedГі sin aliento, y se tambaleГі por un momento.

Ella sintiГі una mano reconfortante que sujetaba su muГ±eca y la estabilizaba.

"Mi seГ±ora, Вїse encuentra bien?", preguntГі Steffen, llegando rГЎpidamente a su lado.

Gwen cerrГі los ojos, respirГі profundo, tenГ­a los ojos llorosos por el dolor y asintiГі con la cabeza. Ella se detuvo un momento y colocГі una mano sobre su estГіmago y esperГі. Su bebГ© claramente no estaba feliz de estar aquГ­. Tampoco lo estaba ella.

Gwen se quedГі ahГ­ unos instantes, respirando profundamente, hasta que finalmente pasГі el dolor. Se preguntГі otra vez si se habГ­a equivocado al venir aquГ­; pero ella pensГі en Thor, y su deseo de salvarlo superaba todo lo demГЎs.

Empezaron a caminar de nuevo, y como el dolor continuaba, Gwendolyn no solo temГ­a por su bebГ©, sino tambiГ©n por los demГЎs. En estas condiciones, no sabГ­a cuГЎnto podrГ­an durar; ella no sabГ­a ni siquiera si podrГ­an dar marcha atrГЎs en este punto. Estaban atorados. Todo era territorio inexplorado, sin ningГєn mapa y sin fin a la vista.

El cielo estaba teГ±ido de una luz pГєrpura, todo teГ±ido en ГЎmbar y violeta, haciГ©ndola sentir aГєn mГЎs desorientada. No se sabГ­a si era de dГ­a o de noche aquГ­. Era una marcha interminable hacia la nada.

Aberthol habГ­a estado en lo cierto: esto era realmente otro mundo, un abismo de nieve y vacГ­o, el lugar mГЎs desolado que habГ­a visto en su vida.

Gwendolyn hizo una pausa por un momento para recobrar el aliento y al hacerlo, sintiГі una mano cГЎlida, tranquilizadora en su estГіmago y le sorprendiГі el calor.

Se volviГі para ver a Alistair parada a su lado, poniendo una mano sobre su estГіmago, mirГЎndola con preocupaciГіn.

"EstГЎs embarazada", dijo. Fue mГЎs una afirmaciГіn que una pregunta.

Gwendolyn la mirГі, sorprendida de que ella lo supiera, especialmente porque su estГіmago aГєn se veГ­a plano. Sin embargo, ya no tenГ­a la fuerza para mantenerlo en secreto, y ella asintiГі.

Alistair tambiГ©n asintiГі con la cabeza.

"ВїCГіmo lo supiste?", preguntГі Gwen.

Pero Alistair simplemente cerrГі los ojos y respirГі profundo, manteniendo su mano en el estГіmago de Gwen. Gwen se sintiГі reconfortada y sintiГі un calor curativo difundiГ©ndose a travГ©s de ella.

"Es un niño muy fuerte", dijo Alistair, con los ojos todavía cerrados. "Tiene miedo. No está enfermo. Estará bien. Le estoy quitando sus temores ahora”.

Gwendolyn sentГ­a ondas de luz y calor corriendo a travГ©s de ella. Pronto se sintiГі totalmente recuperada.

Gwen estaba llena de gratitud y amor hacia Alistair; inexplicablemente se sintiГі apegada a ella.

"No sГ© cГіmo darte las gracias", dijo Gwendolyn mientras se levantaba, sintiГ©ndose casi normal otra vez, mientras Alistair quitaba su mano.

Alistair bajГі su cabeza humildemente.

"No hay nada que agradecerme", contestó. “Es mi trabajo”.

"No me dijo que estaba embarazada, mi seГ±ora", dijo Aberthol con seriedad. "Si lo hubiera sabido, nunca le habrГ­a aconsejado hacer este viaje".

"Mi seГ±ora, no tenГ­a idea", dijo Steffen.

Gwendolyn se encogiГі de hombros, supersticiosa, no queriendo toda esa atenciГіn hacia su bebГ©.

"ВїY quiГ©n es el padre?", preguntГі Aberthol.

Gwen tuvo un profundo sentido de ambivalencia, al decir la palabra:

"Thorgrin”.

Gwen se sentГ­a desgarrada. SentГ­a oleadas de culpa por lo que le habГ­a hecho a Thor, por cГіmo se habГ­an despedido; tambiГ©n tenГ­a sentimientos encontrados acerca del linaje del niГ±o. Ella imaginaba la cara de AndrГіnico y se estremecГ­a.

Aberthol asintiГі con la cabeza.

"Es de un excelente linaje", dijo. "Lleva a un guerrero dentro de usted".

"Mi seГ±ora, darГ­a mi vida para proteger a su hijo", dijo Steffen.

Krohn se acercГі, inclinГі su cabeza en su estГіmago y lo lamiГі varias veces, lloriqueando.

Gwen estaba abrumada por la amabilidad de ellos y se sintiГі apoyada.

De repente, Krohn se dio vuelta y sorprendiГі a todos al gruГ±ir con saГ±a. Dio varios pasos hacia adelante en la nieve cegadora, con los pelos de punta. Г‰l se asomГі en la nieve, ignorГЎndolos.

Gwen y los demГЎs se miraban, perplejos. Gwen se asomГі en la nieve, pero no pudo ver nada. Nunca habГ­a oГ­do a Krohn gruГ±ir asГ­.

"ВїQuГ© pasa, Krohn?", preguntГі ella, nerviosa.

Krohn continuГі gruГ±endo, avanzando lentamente, y Gwen, nerviosa, bajГі su mano a la daga que estaba en su cintura, mientras los demГЎs tambiГ©n ponГ­an sus manos sobre sus armas.

Ellos esperaron y estuvieron alertas.

Por Гєltimo, de la nieve cegadora surgiГі una docena de criaturas. Eran aterradoras, totalmente blancas, con enormes ojos amarillos y cuatro colmillos largos, amarillos, mГЎs grandes que los lobos. Eran mГЎs grandes que Krohn, y cada uno tenГ­a dos cabezas con largos colmillos, descendiendo casi treinta centГ­metros. EmitГ­an un ruido bajo, constante, salvaje, cuando se acercaron al grupo, esparcidos en un amplio semicГ­rculo.




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